BITACORA

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Tuesday, June 26, 2012


La suerte del abuelo del senador Marco Rubio

Por Rafael Prieto Zartha

Buscando que leer, me encontré en la librería Books a Million de Concord con una sorpresa: que la estrella política del momento, el senador cubanoamericano de la Florida, Marco Rubio, estará firmando allí su libro, “Un hijo americano”, el próximo viernes 6 de julio al medio día.

El cartel con la cara del legislador republicano estaba ahí en la entrada de la tienda de Concord Mills y se me hizo evidente que Rubio, aunque no lo reconozca en público, está haciendo campaña para que el exgobenador y aspirante a la presidencia Mitt Romney, lo nombre como su compañero de fórmula para los comicios de noviembre.

No hace sentido que una de sus primeras actividades para promocionar su autobiografía esté programada para Concord simplemente para colocar la rúbrica en los ejemplares.

Concord es un santuario de las carreras automovilísticas de NASCAR, cuyos fanáticos se supone sean republicanos de hueso colorado.

Los estrategas confían en que los asistentes frecuentes a las competencias que se realizan en una de las catedrales de los bólidos, el Speadway de Concord, voten para presidente por el candidato del partido del elefante.

Además, Carolina del Norte, que aporta 15 votos al Colegio Electoral, es uno de los estados clave para las presidenciales de 2012.

Hace cuatro años, el actual presidente Barack Obama, triunfó sobre el republicano John McCain, por apenas 14 mil votos, con un aporte de 26 mil sufragios de demócratas hispanos.

La victoria de Obama fue la primera de un demócrata desde 1976, cuando Jimmy Carter arrastró el voto del Sur del país.

Para la campaña de comerciales de televisión del “Primer Día” de Romney, que se lanzó a principios de junio, sus asesores destinaron más de medio millón de dólares para Carolina del Norte, y fue uno de los cuatro estados seleccionados para ese proyecto por considerarlo un territorio en disputa.

Por eso no es casual la presencia de Rubio en Carolina del Norte, donde existe un fuerte electorado republicano conservador.

En estos días, el senador ha copado los espacios de discusión política de la televisión en inglés y su presentación en la conferencia de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO) fue comentada ampliamente en la prensa.

En Orlando, donde se realizó el evento de NALEO, Rubio criticó el manejo que los dos partidos le han dado al tema migratorio, calificándolo de “ping-pong” político.

Sin embargo, en “Meet de Press” de NBC, ratificó sus posiciones estrictas: seguridad en la frontera, verificación de empleo mediante E-Verify y un no a la legalización de los indocumentados y por ende a una vía a la ciudadanía para los inmigrantes.

Rubio también fue presentado en Enfoque, el dominical de Telemundo, en una entrevista con Lori Montenegro y en Univisión en Al Punto con Jorge Ramos.

La entrevista con Ramos representó la firma de la pipa de la paz, o el cigarro de la paz entre el senador y la cadena, meses después de que Univisión presentó una historia que rememoró que el esposo de una las hermanas de Rubio, había tenido vínculos con el narcotráfico cuando el político era un adolescente.

Pero lo más importante del encuentro entre Rubio y Ramos, en un escenario que parecía el de la Oficina Oval, con escudo en el tapete, fue el asunto del abuelo.

Resulta que el abuelo materno de Rubio, Pedro Vicente García, estuvo varios años indocumentado, de 1962 a 1966, y con orden de deportación, lo cual fue revelado por la agencia de noticias AP, y Ramos lo recordó en el intercambio.

Rubio reconoció el hecho, como reconoció que sus padres habían sido refugiados económicos, el uno tuvo que ser barman y la otra mucama en hoteles.

Sin embargo, para el senador el caso de su abuelo fue especial por la circunstancias. En Estados Unidos hay 11 millones de inmigrantes que también viven situaciones especiales, que merecerían la suerte del abuelo. 

Monday, June 18, 2012


Un millón y medio de razones para votar por Obama

Por Rafael Prieto Zartha

Finalmente la administración del presidente Barack Obama decidió arriesgar el pellejo por los hispanos con la acción ejecutiva que suspende las deportaciones de jóvenes soñadores por dos años,  dando a los muchachos la posibilidad de renovar el permiso de permanencia en el país.

No le quedaba otra opción al gobierno que poner la carne en el asador, dado lo apretadas que están las preferencias electorales en las encuestas entre el actual mandatario y el virtual candidato republicano Mitt Romney, por lograr la Oficina Oval de la Casa Blanca en los comicios de noviembre.

Yo no lo podía creer cuando escuché el anuncio de boca de Janet Napolitano, secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), durante una rueda de prensa telefónica, el pasado viernes 15 de junio.

Antes de la teleconferencia pensé que la convocatoria del DHS era para que Napolitano justificara el fracaso de la política de discreción procesal con los 300 mil casos pendientes para deportación de indocumentados no criminales que han estado siendo revisados por las autoridades migratorias.

Hasta el 29 de mayo, únicamente 20,648, de un total de 288,361 evaluados, habían pasado el  cedazo inconmovible de los abogados de Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), que se suponía siguieran las indicaciones del ejecutivo, consignadas en un memorando expedido por su jefe, John Morton, en el verano del año pasado.

Pero es sabido, que aún en los escritorios, los empleados de ICE se comportan como vaqueros insensibles con los inmigrantes no criminales que la actual administración ha tratado de beneficiar temporalmente, mientras se aprueba una reforma migratoria integral.

Esos vaqueros, ejecutores de la expulsión más de un millón de indocumentados durante el gobierno de Obama, parecen haber actuado siempre  bajo los preceptos de Chris Crane, presidente del sindicato de ICE, quien ha dicho que no se deben obedecer las directrices de los superiores.

No obstante, lo del viernes 15 es una noticia para celebrar. La administración de Obama entendió que es preferible jugársela con el voto latino, que permanecer acobardada por las amenazas de los recalcitrantes, que nunca respaldaron al mandatario y tampoco lo harán en el futuro.

Esta victoria tiene las caras, cerebros, ojos de los soñadores y el sonoro sentir de sus consignas. Los “dreamers” con sus actos de desobediencia civil, su manejo de las redes sociales, con su espíritu indomable fueron el motor de presión para que la administración actual actuara.

En las últimas semanas los soñadores habían ocupado sedes de campaña de Obama, protagonizado huelgas de hambre y protestas. Apenas el jueves 14, los “dreamers” frente a la sede de Charlotte, le reclamaron al presidente que realizara una acción ejecutiva.

Al día siguiente vino la decisión presidencial, que podría, según voceros oficiales, cobijar a 800 mil individuos, de entre 16 y 30 años. El Centro Hispano Pew proyectó en casi millón y medio el número de protegidos por la medida.

Las consecuencias para Obama no se han hecho esperar. En el Jardín de Rosas de la Casa Blanca fue objeto de un irrespeto por parte del reportero Neil Munro, del portal de internet The Daily Caller, quien interrumpió el discurso en el que confirmaba la acción administrativa develada por Napolitano.

El mandatario fue calificado de “dictador” por los comentaristas de radio Glenn Beck y Bob Siegel y el representante a la Cámara por Iowa, Steven King anunció una acción judicial en su contra. Lo acusan de haberse saltado al Congreso y actuar inconstitucionalmente, pero Obama no promulgó ninguna ley definitiva, sino un alivio temporal.

Ahora la pelota está en la cancha de la comunidad hispana, que tiene que votar masivamente en noviembre y confirmar que el poder electoral de los latinos está conformado por 23 millones de ciudadanos.

De otra manera quedaremos en manos de individuos como King, que el 21 de mayo comparó a los inmigrantes con perros y previamente con ganado vacuno.


Tuesday, June 12, 2012


¿Juntos con Romney?

Por Rafael Prieto Zartha

Ahora que la disputa por llegar a la Oficina Oval de la Casa Blanca es más clara que antes, las campañas del actual presidente Barack Obama y del virtual candidato republicano Mitt Romney se ven en la necesidad de cortejar de decisorio voto latino.

Los hispanos representamos 23 millones de valiosos electores potenciales, pero en los comicios de este año ¿nos dejaremos meter gato por liebre? ¿caeremos en el error de  creer en promesas de cumbiambera?

Yo espero que no.  Anticipo que la participación de votantes latinos supere los 12 millones y medio proyectados por los análisis de la Asociación Nacional de  Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO) y que las exigencias sean claras para el candidato al que entreguemos los sufragios para que mande en Washington.

Después de lograr los 1,444  delegados, que le aseguraron la postulación republicana, y su nominación oficial en la convención que se efectuará en Tampa, entre el 27 y 30 de agosto, Romney está haciendo cuentas, pero las cuentas con los latinos no le salen.

Para asegurar que las trompetas toquen la tonada de presidente, Romney necesita el 40% del voto hispano. Y las encuestas señalan que el presidente Obama cuenta con 61% de respaldo de los electores latinos, mientras solo 27% favorecen a Romney.

Con el fin de enmendar las culpas de su pavorosa campaña primaria, en la que sacó el cobre de su insensibilidad con el sector más inerme de la población hispana afincada en Estados Unidos, el aspirante republicano ha constituido el comité Juntos con Romney y coquetea con la amenaza de nombrar al senador Marco Rubio, como compañero de fórmula en la boleta del partido del elefante.

En Juntos con Romney están el exsecretario de Comercio, Carlos Gutiérrez; el exdirector de la Administración de Pequeños Negocios (SBA), Héctor Barreto y el exprocurador general de Puerto Rico, José Fuentes. Gutiérrez fue el escudero del expresidente George W. Bush en la búsqueda de la aprobación de la reforma migratoria, por la que luchó sin descanso.

Aún así, las cuentas no le salen a Romney con los latinos, porque cuando compitió con sus copartidarios por la nominación, procuró como los otros mostrarse más antiinmigrante que ninguno.

Manifestó que se oponía a la reforma migratoria que propone legalizar a los indocumentados y ofreció que los 11 millones de inmigrantes sin papeles se autodeporten.

Dijo que vetaría el Dream Act, lo que truncaría los sueños de millones de jóvenes, que aspiran cursar estudios superiores y ejercer sus profesiones aquí.

Señaló que la ley SB 1070 de Arizona, que permite el arresto indiscriminado de sospechosos de no poseer papeles y criminaliza a los inmigrantes, es una normativa ejemplar para seguir  como modelo en el resto del país. Además, buscó el apoyo del nefasto alguacil del condado de Maricopa, Joe Arpaio.

 Nombró como asesor de inmigración a Kris Kobach, el autor intelectual de la Ley de Arizona, y sus tenebrosas metástasis, las legislaciones antiinmigrantes de Alabama, Carolina del Sur, Georgia, Indiana y Utah.

Romney no se acordó que quienes le arreglaban el césped, los arbustos y las flores de su casa en Massachusetts, eran jardineros indocumentados guatemaltecos y que su padre nació en México, durante una temporada de refugio de sus antepasados debido a la poligamia.

El nombramiento de Rubio para vicepresidente tampoco convencerá. El senador floridano juega a dos bandas: mientras habla de una propuesta similar a un Dream Act restrictivo, presenta un proyecto de ley que extirparía el derecho de los padres indocumentados a recibir el crédito tributario por sus hijos ciudadanos, que dejaría a cinco millones de niños  hispanos sin pan. Un verdadero robo a hogares hispanos.

Entre tanto, las cifras muestran el fiasco de la política de discreción administrativa del presidente Obama para evitar la deportación de inmigrantes que no son criminales. Hasta ahora de los 300 mil casos  que están en proceso de revisión, solo 20 mil se salvarían de la expulsión.

Tuesday, June 5, 2012


La purga de votantes

Por Rafael Prieto Zartha

La División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia ha tenido que tirarle las orejas al estado de la Florida para intentar frenar una preocupante purga de votantes de su padrón electoral, que eventualmente negaría la participación de electores legítimos, especialmente hispanos, en los comicios de 2012.
El gobierno federal hizo la advertencia que el proceso de cotejar los listados del Departamento de Seguridad en Carreteras y Vehículos Motorizados (DHSMV) con el Sistema de Registro de Votantes de Florida (FVRS) para descartar electores podría violar dos leyes fundamentales: el Acta de Derechos de los Votantes de 1964 y el Acta Nacional de Registro de Votantes de 1993.
La intranquilidad la consignó el Departamento de Justicia en una misiva, fechada el pasado 31 de mayo, que dirigió al secretario de Estado de Florida, Ken Detzner. 
La respuesta de las autoridades floridanas ha sido la de desafiar a los federales y continuar con el procedimiento de escarbar los listados y decantarlos mediante un cedazo, que también organizaciones independientes de defensa de los votantes consideran cuestionable.
El gobierno federal ha sido tajante en señalar que es ilegal que los padrones electorales sean depurados 90 días antes de una elección y en el caso de la Florida se están violando los plazos con los comicios primarios que se realizarán el 14 de agosto.
No solo eso, sino que indagaciones realizadas por los diarios Miami Herald de Miami y The Tampa Bay Times, han mostrado que la purga ha afectado de manera desproporcionada a sufragantes latinos y votantes demócratas.
Un análisis del Herald halló, entre una lista de 2,600 votantes potenciales considerados por el estado como inelegibles, que cerca del 60% eran hispanos.
Los medios han develado que las autoridades electorales del condado de Miami-Dade, enviaron 1,570 cartas de advertencia a posibles sufragantes irregulares, de los cuales la tercera parte aclaró de forma expedita su condición de ciudadanos, con derecho innegable al voto.
Este lío lo inició el gobernador republicano de Florida, Rick Scott, quien le solicitó al encargado del sistema electoral estatal Kurt Browning, que depurara las listas para eliminar a los empadronados que no fueran ciudadanos.
De pronto se proyectó que 182 mil individuos estarían inscritos irregularmente en el listado de votantes de la Florida.
La cifra podría interpretarse como nimia en un universo de alrededor de 12 millones de votantes floridanos, pero cada voto es preciado en el estado que decidió las elecciones presidenciales de 2000 por apenas 537 votos, cuando el padrón también fue purgado.
Aberrante que la actual administración estatal floridana pretenda menguar el voto hispano con esta medida truculenta de la purga del listado electoral y más aun cuando los latinos son apenas 13% del electorado estatal.
Pero, lo de la Florida no es un caso aislado: los defensores del derecho al voto afirman que a través del país existe un movimiento dirigido a perjudicar la capacidad de sufragio de las minorías.
En 32 estados se ha propuesto legislación para que expidan y se presenten obligatoriamente identificaciones electorales con foto para sufragar, algo que no ha sido una tradición nacional.
Los oponentes a los proyectos sostienen que el objetivo de la normativa es excluir a afroamericanos e hispanos de los precintos electorales.
Indiscutiblemente, que cambiar las reglas del juego a última hora es ilegitimo. Sin embargo, para un inmigrante latinoamericano como yo, es difícil de entender que los requerimientos para inscripción de votantes y ejercer el derecho al sufragio sean tan laxos en este país.
 Antes de ser ciudadano estadounidense, en las elecciones de mi país de origen, tenía que presentar la cédula de ciudadanía colombiana con mi foto y pintar uno de mis dedos con tinta indeleble, para evitar cualquier asomo de trampa.
Sé que la credencial de elector de México, que lleva foto, contiene 13 candados de seguridad.
En aras de la transparencia, para evitar problemas como los de Florida ¿acaso no sería conveniente aprender de los vecinos latinoamericanos?