Paul Ryan: el próximo presidente de
la nación
Por Rafael Prieto Zartha
El virtual candidato republicano
Mitt Romney presentó a su compañero de fórmula para las elecciones de
noviembre, Paul Ryan, al lado del acorazado Wisconsin, en Norfolk, Virginia,
como “el próximo presidente de Estados Unidos”.
Por supuesto que el dislate de Romney fue solo eso, un
lapsus linguis, en el calor de la emoción de destapar el gallo, que los medios
de comunicación ya habían develado en la madrugada del sábado 11 de agosto.
En lo que si no se equivocó Romney, en lo que se
refiere a política migratoria, fue en elegir a uno igual a él de insensible con
los indocumentados radicados en Estados Unidos, incluyendo a los menores de
edad y los jóvenes soñadores que hoy están amparados por la acción diferida,
que en buena hora lanzó el presidente Barack Obama.
Y es que detrás, del exitoso político de 42 años, que
lleva más de la tercera parte de su vida como congresista del estado de
Wisconsin, y que figura en las fotos como el perfecto marido, de una familia
perfecta, con tres retoños, está el cazador y el hombre que pesca peces a mano
limpia.
De hecho, Ryan ha sido un desastre para los
indocumentados durante sus años en el Capitolio.
En 2005, fue uno de los copatrocinadores de la ley
Real ID, que generó la premisa de prohibir la obtención de licencias de
conducir a los inmigrantes irregulares en todo el país.
El 6 de diciembre de 2005, votó a favor de la ley HR
4437, que pasó en la Cámara de Representantes y que criminalizaba a los
indocumentados.
La HR 4437 contenía las provisiones más severas contra
los inmigrantes que se hayan contemplado y provocó que millones de hispanos salieran
a las calles con las camisetas blancas y las banderas de Estados Unidos, para
decirle al mundo que los seres humanos no son ilegales.
La HR 4437 fue derrotada en las plazas públicas por los
más inermes, pero esto no inmutó al congresista Ryan, pese a que su estado fue
escenario de algunas de las manifestaciones más significativas de la primavera
de 2006.
En ese mismo 2006, para mostrar su cordialidad con
México, votó a favor de construcción de un muro físico y virtual en la frontera
con el país vecino.
El 8 de diciembre de 2010, votó contra el acta de los
sueños, apostando en contra de los ‘‘dreamers”, mientras que la mayoría de los
congresistas hicieron lo contrario.
Actualmente, su portal de internet de representante a
la Cámara incluye la visión más intolerante y chata para resolver el problema
migratorio.
“No apoyo una amnistía para los millones de
inmigrantes ilegales que ya están viviendo en Estados Unidos. Cualquier
propuesta de reforma requiere que esos que han ignorado el imperio de la ley no
sean recompensados por su acciones”, asevera el congresista.
Respecto al Dream Act, afirma: “creo que esa
legislación intenta tratar el síntoma, en lugar que la raíz del problema” y
agrega: “sería un error grave seguir (el camino de) reformas como el Acta de
los Sueños”.
Para coronar el pastel con una roja y jugosa cereza expresa:
“Una nueva legislación respecto a la política de inmigración debe requerir que
los inmigrantes que buscan una tarjeta verde o la ciudadanía deben irse de
Estados Unidos y reaplicar por la ciudadanía fuera de Estados Unidos, de tal
manera que puedan reentrar al país legalmente”.
Lo que sugiere es más o menos la “autodeportación” sugerida
por Romney, como si el ingreso legal para los latinoamericanos fuera sencillo.
Respecto al Dream Act, Ryan y Romney comparten la misma filosofía de rechazo,
que el aspirante presidencial republicano dejó sentada en el proceso de las
elecciones primarias.
Con la designación de Ryan en el boleto republicano,
el partido del elefante ratifica que opta por la vía más conservadora, y le da
gusto a los amotinados del té.
Lástima que Romney no prefirió al senador cubanoamericano
Marco Rubio. Habría sido una campaña con sonidos en español y con una ventana
de apertura a un Dream Act limitado.
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Tuesday, August 14, 2012
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