Viridiana: La soñadora indomable
Por Rafael Prieto Zartha
La primera vez que supe de
Viridiana Martínez fue en junio de 2010, cuando dejó de comer durante 13 días,
para presionar a la senadora de Carolina del Norte, Kay Hagan, para que la
legisladora federal apoyara el Acta de los Sueños, que durante más de una
década se ha propuesto como la opción para legalizar a los jóvenes
indocumentados.
Viridiana, que se había plantado a acampar frente al
edificio de la Legislatura del estado en Raleigh, solo suspendió el ayuno
cuando una de sus dos compañeras de protesta fue hospitalizada víctima de un
ataque de insolación.
Testaruda, Viridiana siguió reclamándole a Hagan, que
apoyara a los soñadores, con la esperanza de que la senadora, siendo del mismo
partido del presidente Barack Obama, apoyara una causa que el mandatario había
abrazado y promovido.
Pero ¡oh decepción!, Hagan votó el 18 de diciembre de
2010 para matar el Dream Act, junto con otros cuatro senadores demócratas, que
sufragaron contra la medida.
La foto de Hagan salió publicada, junto a la de los
otros miembros de la Cámara Alta que se
opusieron a convertir en realidad el sueño de los muchachos, en un anuncio del
Consejo Nacional de La Raza.
La organización pidió colocar el aviso en las casas
para “no olvidar a los que privaron al país de las contribuciones de estos jóvenes
talentosos”.
La primera vez que Viridiana entró en la cárcel por
realizar un acto de desobediencia civil fue en Atlanta, después de ser
arrestada por participar en un plantón frente al Capitolio Estatal de Georgia.
En abril de 2011, Viridiana y otros seis soñadores se
sentaron en la vía pública, para protestar contra la decisión de los
integrantes de la Junta de Regentes de Georgia, que había prohibido el ingreso
de jóvenes indocumentados a las cinco universidades públicas más importantes de
ese estado.
Los muchachos también se oponían al proyecto de ley
estatal HB 59, que proponía vedar el acceso de los inmigrantes sin papeles a
todos los colegios comunitarios de Georgia.
Además, estaban sentando su repudio a la propuesta
legislativa HB 87, una copia de la ley SB 1070 de Arizona, que finalmente fue
convertida en ley de Georgia.
Después, Viridiana fue detenida y llevada a la Cárcel
de Charlotte, tras otra acción de desobediencia civil en las inmediaciones del
centro de esa ciudad de Carolina del Norte.
Ocurrió en septiembre de 2011, tras un acto en el
Colegio Comunitario Central Piedmont en el que varios soñadores confesaron ser
indocumentados, para luego lanzarse a la calle gritando ¡“indocumentados y sin
miedo”!.
Una decena de los jóvenes se sentó en una de las
intersecciones con mayor tráfico de la ciudad, abogando por el Dream Act.
Viridiana no participó en el plantón, pero fue
arrestada por la policía después de que dio declaraciones a la prensa.
En las tres primeras ocasiones en que la joven fue
encerrada, el gobierno federal autorizó su salida, como parte de la promesa de
no deportar a soñadores indocumentados que no representan un peligro para el
país.
Viridiana era una niña de 7 años cuando fue traída de
Monterrey, México, por su familia a la localidad de Sanford, en Carolina del
Norte.
La joven, que ahora tiene 26 años, ha dicho que
deseaba estudiar relaciones internacionales en la Universidad Estatal de
Carolina del Norte (NCSU) pero no pudo hacerlo por su condición de
indocumentada.
Yo he hablado con Viridiana y conozco que su terquedad
es tan grande como sus convicciones. La última vez que la vi fue en el
estacionamiento de las oficinas de reelección del presidente Obama, en
Charlotte, un día antes del 15 de junio, cuando se aprobó la acción diferida:
Estaba pidiendo que el mandatario actuara.
En los últimos días, Viridiana optó por un camino más
arriesgado, se hizo arrestar, para ingresar al Centro Transicional de Broward,
en Florida.
Allí, documentó con
rostros concretos las fallas de la discreción procesal ordenada por el
gobierno y el multimillonario negocio de las prisiones privadas de
indocumentados.
Las autoridades la soltaron, pero horas después fue
regresada a la cárcel, por demandar en
una protesta que soltaran a los presos con los que compartió el encierro.
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