Unos comicios cruciales
Por Rafael Prieto Zartha
Hasta el
sábado 3 noviembre son las votaciones tempranas en Carolina del Norte, el
estado en que yo vivo, para unas elecciones en las que de verdad, y no es una
frase de cajón, está en juego el futuro del país y el de la comunidad hispana
radicada en Estados Unidos.
Además de
Carolina del Norte, en otros 31 estados y el Distrito de Columbia se permiten
las votaciones anticipadas.
En Iowa
comenzaron a votar el 27 de septiembre, así que no hay excusas para no
participar en estos comicios cruciales.
Al final del
martes 6 de noviembre sabremos quién ocupará la Oficina Oval de la Casa Blanca,
con dos candidatos que han proyectado dos planes totalmente diferentes para el
manejo de la Unión Americana.
De un lado
está: quién quiere darle más subvenciones de impuestos a los más acomodados y
del otro quién propone que los más ricos paguen unos impuestos equivalentes al
porcentaje que paga el resto de la población.
En una
esquina está el que paga 14% en impuestos siendo un multimillonario y del otro
el que responde con más de 20%, no siendo un multimillonario.
En un lado
está el que dice que no le importa el 47% de los habitantes del país, a los que
considera unos mantenidos, incluyendo jubilados, abuelitas, veteranos de
guerra, y trabajadores que aportan al fisco, pero las normas tributarias los
eximen del pago.
En el otro
está quien ha querido que todos los estadounidenses tengan seguro de salud y no
se mueran por falta de asistencia médica.
Para los
hispanos está el exgobernador Mitt Romney, con su política de autodeportación,
con sus declaraciones en contra de una reforma migratoria integral, con su
negativa clara en las primarias a la legalización de los estudiantes
indocumentados, con su promesa de veto al Acta de los Sueños, con su asesor
Kris Kobach, autor de la ley de Arizona y el resto de legislaciones
antiinmigrantes estatales y locales.
Y ahí está
la plataforma republicana en forma de puño contra los inmigrantes
indocumentados, a los que les promete no darles una segunda oportunidad en la
faz de estas tierras.
Para los
hispanos está el presidente Barack Obama, con su promesa no cumplida de una
reforma migratoria integral y con el millón y medio de deportados, pero también
está ahí su esfuerzo por hacer pasar el Acta de los Sueños en 2010, está el
lanzamiento de la acción diferida que suspende la deportación de casi dos
millones de estudiantes indocumentados.
Y ahí está
la plataforma demócrata ofreciendo un ramo de olivos a los indocumentados y la
promesa de buscar la aprobación de una reforma migratoria.
Para mí no
hay dudas, los latinos debemos votar por el presidente Barack Obama, para que
el sueño de 11 millones de inmigrantes legalizados se haga realidad.
Tanto el
Centro Hispano Pew, como la Asociación Nacional de Funcionarios Electos y
Designados (NALEO), proyectaron que el guarismo de votantes hispanos elegibles
para votar en 2012 se acercaba a los 24 millones.
No obstante,
ambas organizaciones calculan que el voto latino apenas superará los 12
millones de electores.
Cuando
ocurrió la Convención Demócrata en Charlotte, durante un encuentro promovido
por la revista National Journal, Arturo Vargas, director ejecutivo de NALEO,
confirmó un dato aterrador: en Texas los latinos votan 25 por ciento menos que
el promedio del electorado general y en California la baja es del 10 por
ciento.
Dialogué
sobre el tema con dos texanos, el congresista saliente Charlie González y la
soñadora Benita Veliz, quien fue traída al estado siendo niña.
Para
González el reto está en convencer a la juventud y Veliz apunta que se están
haciendo esfuerzos para revertir la tendencia mediante las redes sociales.
El caso es
que si los electores jóvenes hispanos votaran en masa en Texas, el estado
pasaría de ser rojo a azul.
No hay
excusas para la indiferencia de los electores nacidos aquí, y es inaceptable
que haya latinos naturalizados que no voten.
Convertirse
en ciudadanos de este país no solo significa disfrutar del privilegio, sino
cumplir con el deber mínimo de votar.