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Tuesday, October 23, 2012


Unos comicios cruciales
Por Rafael Prieto Zartha

Hasta el sábado 3 noviembre son las votaciones tempranas en Carolina del Norte, el estado en que yo vivo, para unas elecciones en las que de verdad, y no es una frase de cajón, está en juego el futuro del país y el de la comunidad hispana radicada en Estados Unidos.

Además de Carolina del Norte, en otros 31 estados y el Distrito de Columbia se permiten las votaciones anticipadas.

En Iowa comenzaron a votar el 27 de septiembre, así que no hay excusas para no participar en estos comicios cruciales.

Al final del martes 6 de noviembre sabremos quién ocupará la Oficina Oval de la Casa Blanca, con dos candidatos que han proyectado dos planes totalmente diferentes para el manejo de la Unión Americana.

De un lado está: quién quiere darle más subvenciones de impuestos a los más acomodados y del otro quién propone que los más ricos paguen unos impuestos equivalentes al porcentaje que paga el resto de la población.

En una esquina está el que paga 14% en impuestos siendo un multimillonario y del otro el que responde con más de 20%, no siendo un multimillonario.

En un lado está el que dice que no le importa el 47% de los habitantes del país, a los que considera unos mantenidos, incluyendo jubilados, abuelitas, veteranos de guerra, y trabajadores que aportan al fisco, pero las normas tributarias los eximen del pago.

En el otro está quien ha querido que todos los estadounidenses tengan seguro de salud y no se mueran por falta de asistencia médica.

Para los hispanos está el exgobernador Mitt Romney, con su política de autodeportación, con sus declaraciones en contra de una reforma migratoria integral, con su negativa clara en las primarias a la legalización de los estudiantes indocumentados, con su promesa de veto al Acta de los Sueños, con su asesor Kris Kobach, autor de la ley de Arizona y el resto de legislaciones antiinmigrantes estatales y locales.

Y ahí está la plataforma republicana en forma de puño contra los inmigrantes indocumentados, a los que les promete no darles una segunda oportunidad en la faz de estas tierras.

Para los hispanos está el presidente Barack Obama, con su promesa no cumplida de una reforma migratoria integral y con el millón y medio de deportados, pero también está ahí su esfuerzo por hacer pasar el Acta de los Sueños en 2010, está el lanzamiento de la acción diferida que suspende la deportación de casi dos millones de estudiantes indocumentados.

Y ahí está la plataforma demócrata ofreciendo un ramo de olivos a los indocumentados y la promesa de buscar la aprobación de una reforma migratoria.

Para mí no hay dudas, los latinos debemos votar por el presidente Barack Obama, para que el sueño de 11 millones de inmigrantes legalizados se haga realidad.

Tanto el Centro Hispano Pew, como la Asociación Nacional de Funcionarios Electos y Designados (NALEO), proyectaron que el guarismo de votantes hispanos elegibles para votar en 2012 se acercaba a los 24 millones.

No obstante, ambas organizaciones calculan que el voto latino apenas superará los 12 millones de electores.

Cuando ocurrió la Convención Demócrata en Charlotte, durante un encuentro promovido por la revista National Journal, Arturo Vargas, director ejecutivo de NALEO, confirmó un dato aterrador: en Texas los latinos votan 25 por ciento menos que el promedio del electorado general y en California la baja es del 10 por ciento.

Dialogué sobre el tema con dos texanos, el congresista saliente Charlie González y la soñadora Benita Veliz, quien fue traída al estado siendo niña.

Para González el reto está en convencer a la juventud y Veliz apunta que se están haciendo esfuerzos para revertir la tendencia mediante las redes sociales.

El caso es que si los electores jóvenes hispanos votaran en masa en Texas, el estado pasaría de ser rojo a azul.

No hay excusas para la indiferencia de los electores nacidos aquí, y es inaceptable que haya latinos naturalizados que no voten.

Convertirse en ciudadanos de este país no solo significa disfrutar del privilegio, sino cumplir con el deber mínimo de votar.

Wednesday, October 17, 2012


Gracias Lorraine

 Por Rafael Prieto Zartha

Por fin se tocó el tema migratorio en los debates presidenciales. Y de qué manera. Porque quedó claro quién, aún después de haber incumplido, todavía contempla como parte de su plan de gobierno una reforma migratoria integral, y quién piensa cerrarle el camino a los indocumentados que ya están radicados en el país.
En el auditorio de la Universidad de Hofstra, ubicada en Hempstead, Long Island, en el estado de Nueva York, donde el presidente Barack Obama y el aspirante republicano protagonizaron un combate vibrante de posiciones e ideas, de pronto surgió la pregunta de una mujer joven de origen salvadoreño, Lorraine Osorio.
La interrogante de Lorraine fue dirigida al exgobernador de Massachusetts: “Señor Romney, ¿qué planea hacer con los inmigrantes que no tienen tarjetas verdes, que actualmente están viviendo aquí como miembros productivos de la sociedad?”.
Romney, que había trastabillado en la pronunciación del nombre de Osorio, se mantuvo firme en su posición antiinmigrante.
Después de recordar que su padre nació en México y el padre de su esposa Ann, en Gales, se despachó estas perlas: “No daré amnistía para aquellos que han venido aquí ilegalmente”. “Pondré a funcionar un sistema de verificación de empleo y aseguraré que los empleadores que contraten gente que ha venido aquí ilegalmente sea sancionada”. “No daré licencias de conducir a esos que han venido aquí ilegalmente”.
Durante su turno, Obama explicó las medidas agresivas que tomó para asegurar las fronteras y llevar los cruces del borde al nivel más bajo en 40 años, así como el plan de deportar como prioridad a los indocumentados criminales que a los trabajadores que no le hacen daño a la sociedad, lo cual se ha quedado más en buenas intenciones que en realidades.
Entonces, el presidente denunció la política de la autodeportación de Romney, sus pronunciamientos de campaña -durante las primarias- de vetar el Dream Act, y de elogiar la ley de Arizona, de pedir documentos por presunciones, como un modelo para el país.
Romney trató de aminorar los golpes del presidente, diciendo que él no había dado apoyo integral a la ley de Arizona, sino solo a la porción relativa a la verificación.
Obama contestó con una evidencia innegable: el autor de la ley de Arizona es el asesor de inmigración de Romney.
Durante el intercambio, el presidente defendió su decisión de dar la acción diferida a los estudiantes indocumentados y se refirió a los que carecen de estatus migratorio, como indocumentados, mientras Romney los llamó ilegales.
A Obama se le crucifica por no haber logrado la reforma migratoria, y la culpa es de él.
Su justificación es la falta de cooperación del bando republicano, para aprobar cambios en las leyes migratorias.
La realidad es que en la instancia más significativa, el respaldo republicano fue nimio, y ocurrió a finales de 2010 con el Dream Act.
El 8 de diciembre, la Cámara de Representantes aprobó el Acta de los Sueños con 216 votos a favor y 198 en contra. Un total de 208 demócratas favorecieron la medida, y 8 republicanos los acompañaron. En contra votaron 160 republicanos y 38 demócratas descarriados.
El 18 de diciembre, la ilusión de convertir el Dream Act en ley murió en el Senado. 52 demócratas estuvieron por la medida, junto con 3 republicanos. En contra sufragaron 36 republicanos y 5 demócratas, que han sido calificados de “traidores”.
Para que la medida fuera discutida y aprobada se requerían 60 votos a favor.
Hacer matemáticas es sencillo, los números están ahí para que los juzgue la historia. Hubo un mayor guarismo de demócratas que apoyaron el Acta de los Sueños en las dos cámaras, y ese es el indicador de la cooperación que ha recibido el presidente de los legisladores federales republicanos.
Obama ganó el debate en Hempstead, un enclave de la comunidad salvadoreña, ojalá gane las elecciones y ojalá ésta vez cumpla, contra viento y marea.

Tuesday, October 9, 2012


Perdió Venezuela, pero ganó Miami

 Por Rafael Prieto Zartha

 Siempre desconfié que el exteniente coronel, Hugo Chávez, entregara el poder después de gobernar a Venezuela durante más de 13 años.

Lo que no alcanzo a digerir es la ventaja con que logró a superar al candidato de la oposición Henrique Capriles Radonski. De acuerdo con el Consejo Nacional Electoral (CNE): ¿54% a 45%?, con millón y medio de votos por delante.

Diría mentiras si negara que el “malpensante” no me hizo un guiño en el cerebro, cuando segundos después del informe en vivo por televisión del CNE, sobre tendencia irreversible, comenzaran a tronar los fuegos artificiales en Caracas y los partidarios del comandante colmaran la plazoleta frente al balcón presidencial del Palacio de Miraflores.

Después vino la concesión magnánima de Capriles y su frase histórica “para saber ganar, hay que saber perder”.

Acerca de los logros de los casi 14 años de gobierno de Chávez y su socialismo del siglo 21 tengo una visión sesgada. Las cifras y los hechos no me dejan pensar de otra manera: Durante el mandato del hombre de la Quinta República han ocurrido 170 mil asesinatos y Venezuela es uno de los países más corruptos del planeta, de acuerdo con Transparencia Internacional.

¿Acaso no son funciones de un presidente garantizar la vida y la seguridad de los ciudadanos?

¿Acaso no es responsabilidad de un mandatario velar para que los dineros y recursos del país no sean administrados de forma espuria?

Y el mismo ídolo de Chávez, el Libertador Simón Bolívar lo sentencia desde la tumba con un pensamiento fulminante que expresó hace casi dos siglos: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”.

Lo ocurrido del 7 de octubre de 2012, proyecta que Chávez gobernará durante seis años más a los venezolanos, lo que lo llevaría a ocupar el poder por un total de 20.

Bajo el prisma con que regularmente analizo los acontecimientos, que es lo que tiene que ver con la comunidad hispana de Estados Unidos, mi conclusión es que con el resultado de los comicios venezolanos perdió Venezuela, pero ganó Miami.

No tengo la menor duda, que veremos dentro de pocos meses y en los próximos años un nuevo éxodo de venezolanos hacia Estados Unidos, cuyo primer punto de asentamiento será el Sur de la Florida. Después tendrán otros destinos, como Nueva York, Los Ángeles, Houston, Boston, Washington DC y por supuesto Charlotte, mi ciudad, donde hoy ocupan puestos de liderazgo en el espectro de la comunidad hispana en general.

Durante los últimos diez años, la población venezolana se ha casi triplicado en Estados Unidos. El censo de 2000 contó poco más de 90 mil y el último reporte, correspondiente a 2011 proyecta que son casi 250 mil.

El asentamiento de venezolanos ha sido positivo para los lugares donde se han radicado. Han traído progreso a ciudades como el Doral y Weston.

Los venezolanos en Estados Unidos han creado empresas y se desempeñan como profesionales, entre otras, en industrias como las de los hidrocarburos, la banca y los medios de comunicación. La Oficina del Censo señala que 48% de los adultos tienen títulos universitarios y solo 6% no completó la secundaria.

Lo hecho por la comunidad venezolana de Florida, Georgia y las Carolinas para ir a votar a Nueva Orleans, ante el cierre del consulado de Miami, marca un hito de civismo.

Ojalá los venezolanos, naturalizados estadounidenses, le pongan el mismo empeño a las elecciones presidenciales de noviembre, aquí en Estados Unidos. Y ojalá, también, como comunidad reciente, pero bendecida con cualidades privilegiadas, entienda que en este país hay grupos menos favorecidos, que necesitan compasión, solidaridad y apoyo: Hay 11 millones de indocumentados que requieren ser legalizados.

Vencer el “sifrinismo” es uno de los retos para algunos venezolanos en Estados Unidos, donde hay un camino e igualmente hay futuro.

Tuesday, October 2, 2012


Terry el terrible y el programa 287g

Por Rafael Prieto Zartha

 Ojalá el Departamento del Justicia (DOJ) le ponga por fin el tatequieto al alguacil Terry Johnson, del condado norcarolino de Alamance, con los abusos que ha estado cometiendo contra los inmigrantes indocumentados, escudado en el programa de deportaciones 287g.

El primer paso tangible que dieron las autoridades federales, fue rescindirle el acuerdo que autorizaba a sus agentes a actuar como oficiales de inmigración y suspenderle el acceso a la base de datos, que identifica a quienes se encuentran  sin estatus migratorio en el país.

Lo otro fue presentarle un memorial con los agravios que ha infligido a los hispanos,  documento que fue el resultado de una investigación que duró dos años sobre las prácticas del sheriff, quien ha pretendido con convertirse en el Joe Arpaio del Sureste de Estados Unidos.

El estudio de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia concluyó que Johnson violó los derechos constitucionales de hispanos, realizó detenciones sin órdenes judiciales, obstruyó una investigación judicial, falsificó expedientes, y practicó la discriminación racial contra los latinos.

El informe contiene la afirmación de que Johnson dio la siguiente orden a sus oficiales: “Si paran a un mexicano, no le escriban una citación, arréstenlo”.

Johnson se ha defendido diciendo que se trata de una guerra de la Administración del presidente Barack Obama contra autoridades locales.

El alguacil ha afirmado que todas son patrañas en su contra y sus abogados han declarado que rechazan un acuerdo negociado con el gobierno federal para que modifique su comportamiento y no llevarlo a los tribunales.

Pero Johnson es un viejo zorro, que desde que 2002 cuando se hizo cargo de la Oficina del Sheriff de Alamance no ha desperdiciado oportunidad para hacerle la vida imposible a los inmigrantes latinos.

En 2004, Johnson anunció una conspiración de los “ilegales” para votar fraudulentamente en las elecciones de noviembre de ese año y amenazó con buscarlos casa por casa.

Según Johnson, en una elección previa un candidato a la legislatura estatal había perdido los comicios por culpa de los “ilegales”. “Le garantizo que había más de 71 ‘ilegales’ registrados”, aseveró el aguacil, que finalmente desistió de sus planes de realizar la redada masiva contra los causantes potenciales de un proceso electoral espurio. No obstante, la alaraca del sheriff provocó una ola de pánico entre la población indocumentada de Alamance y los condados aledaños.

Después de que Johnson dialogó con Jim Pendergraph, el exalguacil del condado de Mecklenburg, donde se localiza Charlotte, sobre el programa 287g, e hizo el acuerdo con el gobierno federal en 2007, afirmó: “Es lo más grande que he hecho como sheriff”.

Y los resultados fueron evidentes: en diciembre de 2011, Johnson se presentó ante el Comité de Inmigración de la Cámara de Representantes de Carolina del Norte, para proclamar orgulloso que mediante el 297g había deportado a 1,800 “ilegales”.

Yo lo vi cuando dijo que “tenía que lidiar con criminales que eran ‘ilegales’ foráneos” y que los indocumentados le costaban al estado dos billones de dólares anuales, basando sus datos en estadísticas de la organización  antiinmigrante Federación para la Reforma de Inmigración (FAIR).

Durante su desempeño como alguacil Johnson se ha referido a los latinos como “cometacos” y ha cuestionado los valores morales de los mexicanos: “En México, no hay nada malo en tener relaciones sexuales con una niña de 12 o 13 años de edad”.

Detrás de la expulsión de los inermes indocumentados del condado de Alamance, estuvo la maquinaria formidable del 287g, que desde los nueve condados de Carolina del Norte, donde se ha aplicado, ha generado la deportación de 30 mil extranjeros.

El costo de haber operado el 297g en Alamance podría haber llegado, durante los 7 años de funcionamiento, a más de 28 millones de dólares y en Mecklenburg, en 8 años, a más 40: un dinero pesimamente invertido contra una población desamparada.