Perdió Venezuela, pero ganó Miami
Lo que no alcanzo a digerir es la
ventaja con que logró a superar al candidato de la oposición Henrique Capriles
Radonski. De acuerdo con el Consejo Nacional Electoral (CNE): ¿54% a 45%?, con
millón y medio de votos por delante.
Diría mentiras si negara que el
“malpensante” no me hizo un guiño en el cerebro, cuando segundos después del
informe en vivo por televisión del CNE, sobre tendencia irreversible,
comenzaran a tronar los fuegos artificiales en Caracas y los partidarios del
comandante colmaran la plazoleta frente al balcón presidencial del Palacio de
Miraflores.
Después vino la concesión magnánima de
Capriles y su frase histórica “para saber ganar, hay que saber perder”.
Acerca de los logros de los casi 14 años
de gobierno de Chávez y su socialismo del siglo 21 tengo una visión sesgada.
Las cifras y los hechos no me dejan pensar de otra manera: Durante el mandato
del hombre de la Quinta República han ocurrido 170 mil asesinatos y Venezuela
es uno de los países más corruptos del planeta, de acuerdo con Transparencia
Internacional.
¿Acaso no son funciones de un presidente
garantizar la vida y la seguridad de los ciudadanos?
¿Acaso no es responsabilidad de un
mandatario velar para que los dineros y recursos del país no sean administrados
de forma espuria?
Y el mismo ídolo de Chávez, el
Libertador Simón Bolívar lo sentencia desde la tumba con un pensamiento
fulminante que expresó hace casi dos siglos: “Nada es tan peligroso como dejar
permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra
a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y
la tiranía”.
Lo ocurrido del 7 de octubre de 2012,
proyecta que Chávez gobernará durante seis años más a los venezolanos, lo que
lo llevaría a ocupar el poder por un total de 20.
Bajo el prisma con que regularmente
analizo los acontecimientos, que es lo que tiene que ver con la comunidad
hispana de Estados Unidos, mi conclusión es que con el resultado de los
comicios venezolanos perdió Venezuela, pero ganó Miami.
No tengo la menor duda, que veremos
dentro de pocos meses y en los próximos años un nuevo éxodo de venezolanos
hacia Estados Unidos, cuyo primer punto de asentamiento será el Sur de la
Florida. Después tendrán otros destinos, como Nueva York, Los Ángeles, Houston,
Boston, Washington DC y por supuesto Charlotte, mi ciudad, donde hoy ocupan
puestos de liderazgo en el espectro de la comunidad hispana en general.
Durante los últimos diez años, la
población venezolana se ha casi triplicado en Estados Unidos. El censo de 2000
contó poco más de 90 mil y el último reporte, correspondiente a 2011 proyecta
que son casi 250 mil.
El asentamiento de venezolanos ha sido
positivo para los lugares donde se han radicado. Han traído progreso a ciudades
como el Doral y Weston.
Los venezolanos en Estados Unidos han
creado empresas y se desempeñan como profesionales, entre otras, en industrias
como las de los hidrocarburos, la banca y los medios de comunicación. La
Oficina del Censo señala que 48% de los adultos tienen títulos universitarios y
solo 6% no completó la secundaria.
Lo hecho por la comunidad venezolana de
Florida, Georgia y las Carolinas para ir a votar a Nueva Orleans, ante el
cierre del consulado de Miami, marca un hito de civismo.
Ojalá los venezolanos, naturalizados
estadounidenses, le pongan el mismo empeño a las elecciones presidenciales de
noviembre, aquí en Estados Unidos. Y ojalá, también, como comunidad reciente,
pero bendecida con cualidades privilegiadas, entienda que en este país hay
grupos menos favorecidos, que necesitan compasión, solidaridad y apoyo: Hay 11
millones de indocumentados que requieren ser legalizados.
Vencer el “sifrinismo” es uno de los retos para
algunos venezolanos en Estados Unidos, donde hay un camino e igualmente hay
futuro.
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