Gracias Lorraine
Por fin se tocó el tema migratorio en los debates
presidenciales. Y de qué manera. Porque quedó claro quién, aún después de haber
incumplido, todavía contempla como parte de su plan de gobierno una reforma
migratoria integral, y quién piensa cerrarle el camino a los indocumentados que
ya están radicados en el país.
En el auditorio de la Universidad de Hofstra, ubicada en
Hempstead, Long Island, en el estado de Nueva York, donde el presidente Barack
Obama y el aspirante republicano protagonizaron un combate vibrante de
posiciones e ideas, de pronto surgió la pregunta de una mujer joven de origen
salvadoreño, Lorraine Osorio.La interrogante de Lorraine fue dirigida al exgobernador de Massachusetts: “Señor Romney, ¿qué planea hacer con los inmigrantes que no tienen tarjetas verdes, que actualmente están viviendo aquí como miembros productivos de la sociedad?”.
Romney, que había trastabillado en la pronunciación del nombre de Osorio, se mantuvo firme en su posición antiinmigrante.
Después de recordar que su padre nació en México y el padre de su esposa Ann, en Gales, se despachó estas perlas: “No daré amnistía para aquellos que han venido aquí ilegalmente”. “Pondré a funcionar un sistema de verificación de empleo y aseguraré que los empleadores que contraten gente que ha venido aquí ilegalmente sea sancionada”. “No daré licencias de conducir a esos que han venido aquí ilegalmente”.
Durante su turno, Obama explicó las medidas agresivas que tomó para asegurar las fronteras y llevar los cruces del borde al nivel más bajo en 40 años, así como el plan de deportar como prioridad a los indocumentados criminales que a los trabajadores que no le hacen daño a la sociedad, lo cual se ha quedado más en buenas intenciones que en realidades.
Entonces, el presidente denunció la política de la autodeportación de Romney, sus pronunciamientos de campaña -durante las primarias- de vetar el Dream Act, y de elogiar la ley de Arizona, de pedir documentos por presunciones, como un modelo para el país.
Romney trató de aminorar los golpes del presidente, diciendo que él no había dado apoyo integral a la ley de Arizona, sino solo a la porción relativa a la verificación.
Obama contestó con una evidencia innegable: el autor de la ley de Arizona es el asesor de inmigración de Romney.
Durante el intercambio, el presidente defendió su decisión de dar la acción diferida a los estudiantes indocumentados y se refirió a los que carecen de estatus migratorio, como indocumentados, mientras Romney los llamó ilegales.
A Obama se le crucifica por no haber logrado la reforma migratoria, y la culpa es de él.
Su justificación es la falta de cooperación del bando republicano, para aprobar cambios en las leyes migratorias.
La realidad es que en la instancia más significativa, el respaldo republicano fue nimio, y ocurrió a finales de 2010 con el Dream Act.
El 8 de diciembre, la Cámara de Representantes aprobó el Acta de los Sueños con 216 votos a favor y 198 en contra. Un total de 208 demócratas favorecieron la medida, y 8 republicanos los acompañaron. En contra votaron 160 republicanos y 38 demócratas descarriados.
El 18 de diciembre, la ilusión de convertir el Dream Act en ley murió en el Senado. 52 demócratas estuvieron por la medida, junto con 3 republicanos. En contra sufragaron 36 republicanos y 5 demócratas, que han sido calificados de “traidores”.
Para que la medida fuera discutida y aprobada se requerían 60 votos a favor.
Hacer matemáticas es sencillo, los números están ahí para que los juzgue la historia. Hubo un mayor guarismo de demócratas que apoyaron el Acta de los Sueños en las dos cámaras, y ese es el indicador de la cooperación que ha recibido el presidente de los legisladores federales republicanos.
Obama ganó el debate en Hempstead, un enclave de la comunidad salvadoreña, ojalá gane las elecciones y ojalá ésta vez cumpla, contra viento y marea.
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