Un millón y medio de razones para
votar por Obama
Por Rafael Prieto Zartha
Finalmente la administración del
presidente Barack Obama decidió arriesgar el pellejo por los hispanos con la
acción ejecutiva que suspende las deportaciones de jóvenes soñadores por dos
años, dando a los muchachos la posibilidad
de renovar el permiso de permanencia en el país.
No le quedaba otra opción al
gobierno que poner la carne en el asador, dado lo apretadas que están las
preferencias electorales en las encuestas entre el actual mandatario y el virtual
candidato republicano Mitt Romney, por lograr la Oficina Oval de la Casa Blanca
en los comicios de noviembre.
Yo no lo podía creer cuando escuché
el anuncio de boca de Janet Napolitano, secretaria del Departamento de
Seguridad Nacional (DHS), durante una rueda de prensa telefónica, el pasado
viernes 15 de junio.
Antes de la teleconferencia pensé
que la convocatoria del DHS era para que Napolitano justificara el fracaso de
la política de discreción procesal con los 300 mil casos pendientes para
deportación de indocumentados no criminales que han estado siendo revisados por
las autoridades migratorias.
Hasta el 29 de mayo, únicamente
20,648, de un total de 288,361 evaluados, habían pasado el cedazo inconmovible de los abogados de
Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), que se suponía siguieran las
indicaciones del ejecutivo, consignadas en un memorando expedido por su jefe,
John Morton, en el verano del año pasado.
Pero es sabido, que aún en los
escritorios, los empleados de ICE se comportan como vaqueros insensibles con
los inmigrantes no criminales que la actual administración ha tratado de
beneficiar temporalmente, mientras se aprueba una reforma migratoria integral.
Esos vaqueros, ejecutores de la
expulsión más de un millón de indocumentados durante el gobierno de Obama,
parecen haber actuado siempre bajo los
preceptos de Chris Crane, presidente del sindicato de ICE, quien ha dicho que
no se deben obedecer las directrices de los superiores.
No obstante, lo del viernes 15 es
una noticia para celebrar. La administración de Obama entendió que es
preferible jugársela con el voto latino, que permanecer acobardada por las
amenazas de los recalcitrantes, que nunca respaldaron al mandatario y tampoco
lo harán en el futuro.
Esta victoria tiene las caras, cerebros,
ojos de los soñadores y el sonoro sentir de sus consignas. Los “dreamers” con
sus actos de desobediencia civil, su manejo de las redes sociales, con su
espíritu indomable fueron el motor de presión para que la administración actual
actuara.
En las últimas semanas los soñadores
habían ocupado sedes de campaña de Obama, protagonizado huelgas de hambre y
protestas. Apenas el jueves 14, los “dreamers” frente a la sede de Charlotte,
le reclamaron al presidente que realizara una acción ejecutiva.
Al día siguiente vino la decisión
presidencial, que podría, según voceros oficiales, cobijar a 800 mil
individuos, de entre 16 y 30 años. El Centro Hispano Pew proyectó en casi
millón y medio el número de protegidos por la medida.
Las consecuencias para Obama no se
han hecho esperar. En el Jardín de Rosas de la Casa Blanca fue objeto de un
irrespeto por parte del reportero Neil Munro, del portal de internet The Daily
Caller, quien interrumpió el discurso en el que confirmaba la acción
administrativa develada por Napolitano.
El mandatario fue calificado de
“dictador” por los comentaristas de radio Glenn Beck y Bob Siegel y el
representante a la Cámara por Iowa, Steven King anunció una acción judicial en
su contra. Lo acusan de haberse saltado al Congreso y actuar inconstitucionalmente,
pero Obama no promulgó ninguna ley definitiva, sino un alivio temporal.
Ahora la pelota está en la cancha de
la comunidad hispana, que tiene que votar masivamente en noviembre y confirmar
que el poder electoral de los latinos está conformado por 23 millones de
ciudadanos.
De otra manera quedaremos en manos
de individuos como King, que el 21 de mayo comparó a los inmigrantes con perros
y previamente con ganado vacuno.
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