Los vientos del reino mágico
Por Rafael Prieto Zartha
Nada como el reino mágico de Disney para sentir que de veras que la vida es hermosa y el optimismo es posible.
Estuve en la Conferencia Anual de la Asociación de Periodistas Hispanos (NAHJ) en Orlando, donde hubo sabor latino y algunos anuncios positivos.
Durante una sesión en que intervinieron Mónica Lozano, presidenta de ImpreMedia; Isaac Lee, presidente de noticias de Univisión; Ramón Escobar, vicepresidente de noticias de Telemundo; y Eduardo Zavala, presidente ZGS, los cuatro hablaron de contrataciones y de progreso.
Lozano dijo que ampliará la operación en línea.
Lee se remitió al anuncio previo de la cadena de lanzar canales de 24 horas de noticias y deportes para 2012.
Escobar indicó que Telemundo va a volver a tener noticieros los fines de semana y se reabrirían informativos locales en las ciudades donde fueron cerrados, antes de la compra de NBC por parte de Comcast.
Zavala, cuya red de estaciones de televisión es de propiedad hispana, y retransmite programación de Telemundo, dijo que agrandará la operación de su estación en San Antonio.
Después de un lustro de malas noticias para los medios de comunicación en general, en esta ocasión, las empresas hispanas líderes del país sugieren que hay luz al otro lado del túnel.
La periodista Verónica Villafañe, expresidenta de NAHJ presentó un video de promoción que lanzó Univisión, después de que se dieron las extraordinarias cifras de población latina que contabilizó la Oficina del Censo.
Lo de los 50 millones de hispanos fue repetido una y otra vez.
Yo hablé un momento con los cuatro y no tengo duda que el alza de población ha sido refrescante.
Con los números, es evidente que las empresas que habían hecho a un lado al mercado hispano, no solo lo están reconsiderando, sino que de facto lo ven como una nueva alternativa.
Sin embargo, detrás de la cortina de esperanza generada por el Censo, el tema migratorio no fue ajeno siquiera en el encuentro de los cuatro grandes.
Y algunos de los talleres en español de la conferencia despidieron ese tufo que es el de la realidad.
Del avance de las leyes tipo Arizona en Alabama y Georgia, de la aprobación del E-Verify en Carolina del Norte.
De los esfuerzos del congresista Lamar Smith, para que el E-Verify sea una medida obligatoria en todo el país, así perjudique a ciudadanos naturalizados y residentes legales.
De los paños tibios que el director de ICE, John Morton, le quiere hacer a Comunidades Seguras, para tratar de maquillar la realidad de que el proyecto de deportar criminales ha sido en realidad una centrifuga de expulsar a trabajadores sin record de delincuentes.
Hasta ahora el papel de esos medios grandes, especialmente de los televisivos, ha sido de argumentar los cañones periodísticos de la objetividad, para no realizar una campaña abierta y frentera que abogue por la reforma migratoria, por el Dream Act y en contra de los antiinmigrantes.
Para que quede claro: No estoy diciendo que mis colegas de Univisión y Telemundo no hayan hecho trabajos valiosos periodísticamente.
Lo que yo desearía es que los mismos recursos que asignan a reinados de belleza o bailongos en la playa, los dedicaran a convocar a los hispanos ciudadanos para que apoyen a los latinos menos favorecidos.
Una convocatoria de las cadenas televisivas, de la radio, de los portales de internet y de los periódicos a actuar para solucionar el problema de estatus a los 11 millones de indocumentados, habría logrado la reforma migratoria, y probablemente se habría evitado la expulsión de casi un millón de televidentes, radioescuchas, internautas y lectores.
Se tiene que reconocer que el impacto del poder político del voto latino no se ha hecho sentir como debería con los 21 millones de hispanos capacitados para sufragar.
Tampoco han impresionado los trillones de dólares que mueve el consumo latino.
Los que si son verdaderamente poderosos son los medios de comunicación hispanos.
En la portada de Qué Pasa-Mi Gente, el periódico en el que trabajo, aparece un cintillo en la parte inferior que exige sin ambages una legalización de los indocumentados mediante una reforma migratoria integral.
Los demás deberían imitarnos y hacer algo parecido.
BITACORA
BITACORA
Wednesday, June 22, 2011
Tuesday, June 14, 2011
Carne asada sí es un crimen
Por Rafael Prieto Zartha
Hace un mes me comí un perro caliente en el centro de Charlotte, un jueves en la madrugada, mientras los transeúntes, en su mayoría universitarios, disfrutaban del despertar cosmopolita de lo que fue una de las ciudades más “aburridas” del Sur de Estados Unidos.
Pedí que los ingredientes que aderezaran la salchicha fueran los tradicionales trocitos de cebolla, pedazos de pepinillos, salsa de tomate, mostaza y mayonesa.
La chica que me acompañaba, que estaba de visita en Charlotte, me miró con cara de extrañeza cuando en un ataque de conciencia lamenté la compra del “hot dog” porque en otros sitios de la ciudad se prohibió “de facto” la venta de tacos.
Fue una ordenanza del Concejo Municipal, de 2008, la que prácticamente acabó con las “loncheras” hispanas, esos restaurantes motorizados que también ofrecían burritos, tortas y otros platos mexicanos y salvadoreños como las pupusas.
En ese año más de medio centenar de loncheras operaban en Charlotte, ahora solo alrededor de siete pueden vender los exquisitos tacos de carne asada.
Esta ciudad donde yo trabajo es un microcosmos de Estados Unidos.
Aquí surgen los problemas comunes a esa nueva frontera de la inmigración de Estados Unidos, que pueden aparecer en un pueblo de Indiana, una ciudad de Tenesí, en un área rural de Oregón o en un vecindario urbano de Virginia.
Aquí hay un trato diferente, hasta para los expendedores de comida, dependiendo de su ancestro cultural.
El hecho es que la ley se aplica diferente para la gente que tiene sus negocitos en el “Uptown” de Charlotte que para los nuevos empresarios gastronómicos que intentaron ofrecer sus deliciosos platos en los vecindarios hispanos aledaños a los corredores viales de South Boulevard y la Avenida Central.
Antes de que el actual alcalde, Anthony Foxx, resultara elegido dialogamos sobre el tema en un programa de radio que yo malamente conducía en la estación Radio Líder, que el infortunio desapareció.
Foxx se comprometió a revisar la medida y ahora, más de un año y medio después, el Concejo Municipal está dispuesto a tratar el tema.
En una entrevista que tuve con Foxx recientemente, el alcalde contó que sus subordinados harán este mes una presentación ante los concejales que describirá los efectos de la normativa, que restringió la operación de las loncheras y las puso en punto de desaparición.
Durante el encuentro, después de que yo mencioné con sorna la desigualdad en la actitud dura con los loncheros frente a la laxitud con los vendedores de perros calientes, Foxx bromeó diciendo que aparentemente “los ‘hot dogs’ tenían más derechos que los burritos”.
La realidad es que si la han tenido. Cuando se aprobó la medida para restringir a los loncheros, se les establecieron medidas estrictas de funcionar lejos de áreas residenciales y de algunas zonas comerciales, además de obligarlos a solo trabajar en un sitio durante 90 días.
Los detractores de las lonchera acusaron a los negocios de ser focos de crimen, donde se expendían drogas y bebidas alcohólicas.
Lo cierto es que un estudio realizado por la organización Action NC ha demostrado que el número de delitos no ha variado en los lugares donde las loncheras funcionan, y no es diferente la cifra de crímenes en vecindarios como NoDa, donde se concentra la bohemia exclusiva de la ciudad.
Tras la publicación en este periódico del lanzamiento de una campaña en internet para recuperar las loncheras, el principal diario de la ciudad, The Charlotte Observer reprodujo nuestro artículo en la lengua de Shakespeare y respaldó la iniciativa con un editorial.
Las reacciones al artículo fueron dicientes de parte de quienes detestan a los hispanos y su acervo gastronómico y cultural.
La página de internet del Observer excluyó los comentarios que contenían vulgaridades contra los “ilegales” y dejó en línea otros, como: “yo nací en un camión de cucarachas” y “no solo seres humanos respiran en esos camiones”.
Uno hizo alusión a que los políticos le iban a hacer caso a los activistas a favor de las loncheras para atraer el voto hispano. Que iban a besarle la contraparte a los latinos y que seguramente un activista los iba a registrar con licencias de conducir falsas, compradas en China. Y después les indicarían como votar en las elecciones.
Definitivamente “carne asada si es un crimen”.
Por Rafael Prieto Zartha
Hace un mes me comí un perro caliente en el centro de Charlotte, un jueves en la madrugada, mientras los transeúntes, en su mayoría universitarios, disfrutaban del despertar cosmopolita de lo que fue una de las ciudades más “aburridas” del Sur de Estados Unidos.
Pedí que los ingredientes que aderezaran la salchicha fueran los tradicionales trocitos de cebolla, pedazos de pepinillos, salsa de tomate, mostaza y mayonesa.
La chica que me acompañaba, que estaba de visita en Charlotte, me miró con cara de extrañeza cuando en un ataque de conciencia lamenté la compra del “hot dog” porque en otros sitios de la ciudad se prohibió “de facto” la venta de tacos.
Fue una ordenanza del Concejo Municipal, de 2008, la que prácticamente acabó con las “loncheras” hispanas, esos restaurantes motorizados que también ofrecían burritos, tortas y otros platos mexicanos y salvadoreños como las pupusas.
En ese año más de medio centenar de loncheras operaban en Charlotte, ahora solo alrededor de siete pueden vender los exquisitos tacos de carne asada.
Esta ciudad donde yo trabajo es un microcosmos de Estados Unidos.
Aquí surgen los problemas comunes a esa nueva frontera de la inmigración de Estados Unidos, que pueden aparecer en un pueblo de Indiana, una ciudad de Tenesí, en un área rural de Oregón o en un vecindario urbano de Virginia.
Aquí hay un trato diferente, hasta para los expendedores de comida, dependiendo de su ancestro cultural.
El hecho es que la ley se aplica diferente para la gente que tiene sus negocitos en el “Uptown” de Charlotte que para los nuevos empresarios gastronómicos que intentaron ofrecer sus deliciosos platos en los vecindarios hispanos aledaños a los corredores viales de South Boulevard y la Avenida Central.
Antes de que el actual alcalde, Anthony Foxx, resultara elegido dialogamos sobre el tema en un programa de radio que yo malamente conducía en la estación Radio Líder, que el infortunio desapareció.
Foxx se comprometió a revisar la medida y ahora, más de un año y medio después, el Concejo Municipal está dispuesto a tratar el tema.
En una entrevista que tuve con Foxx recientemente, el alcalde contó que sus subordinados harán este mes una presentación ante los concejales que describirá los efectos de la normativa, que restringió la operación de las loncheras y las puso en punto de desaparición.
Durante el encuentro, después de que yo mencioné con sorna la desigualdad en la actitud dura con los loncheros frente a la laxitud con los vendedores de perros calientes, Foxx bromeó diciendo que aparentemente “los ‘hot dogs’ tenían más derechos que los burritos”.
La realidad es que si la han tenido. Cuando se aprobó la medida para restringir a los loncheros, se les establecieron medidas estrictas de funcionar lejos de áreas residenciales y de algunas zonas comerciales, además de obligarlos a solo trabajar en un sitio durante 90 días.
Los detractores de las lonchera acusaron a los negocios de ser focos de crimen, donde se expendían drogas y bebidas alcohólicas.
Lo cierto es que un estudio realizado por la organización Action NC ha demostrado que el número de delitos no ha variado en los lugares donde las loncheras funcionan, y no es diferente la cifra de crímenes en vecindarios como NoDa, donde se concentra la bohemia exclusiva de la ciudad.
Tras la publicación en este periódico del lanzamiento de una campaña en internet para recuperar las loncheras, el principal diario de la ciudad, The Charlotte Observer reprodujo nuestro artículo en la lengua de Shakespeare y respaldó la iniciativa con un editorial.
Las reacciones al artículo fueron dicientes de parte de quienes detestan a los hispanos y su acervo gastronómico y cultural.
La página de internet del Observer excluyó los comentarios que contenían vulgaridades contra los “ilegales” y dejó en línea otros, como: “yo nací en un camión de cucarachas” y “no solo seres humanos respiran en esos camiones”.
Uno hizo alusión a que los políticos le iban a hacer caso a los activistas a favor de las loncheras para atraer el voto hispano. Que iban a besarle la contraparte a los latinos y que seguramente un activista los iba a registrar con licencias de conducir falsas, compradas en China. Y después les indicarían como votar en las elecciones.
Definitivamente “carne asada si es un crimen”.
Monday, June 6, 2011
Cada voz lleva su angustia
Por Rafael Prieto Zartha
Conozco a Teo desde hace varios años. Nos hicimos amigos a raíz de las manifestaciones y vigilias que se realizaron en Charlotte, en contra de la ley Sensenbrenner, que pretendía criminalizar a los indocumentados y que la comunidad inmigrante derrotó saliendo pacíficamente en masa a las calles de las ciudades principales y los pueblos remotos de este país.
Obrero de construcción y de profesión electricista, Teo se arriesgó a pedirle a sus patrones que apoyaran a sus empleados, incluso para “un día sin inmigrantes”, que hubo en la ciudad un Primero de Mayo.
En una ocasión fue a Washington a cabildear al Congreso por una reforma migratoria integral, con un grupo de Charlotte, y estuvo en las oficinas de los representantes Sue Myrick y Mel Watt.
Teo no lo hizo público, pero sus actividades preocuparon a sus subcontratistas, quienes lo sacaron del empleo y lo vetaron en el gremio.
Teo tuvo que moverse geográficamente para ganarse la vida y se la sigue ganando honradamente.
La semana pasada recibí a través de Facebook un mensaje suyo, que compartió con alrededor de 60 amigos que él tiene en esa red social.
Transcribo el inicio para que se entienda el drama que viven muchos por los efectos de la inseguridad que se vive al sur del río Bravo, y el dolor de la lejanía.
“Amigos, este mensaje es con motivo de hacerles saber que ayer en la ciudad de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México, en casa mi cuñado un grupo de hombres fuertemente armados penetraron a su casa cuando él estaba fuera por razones de trabajo, ya que él se dedica a manejar “trailers” y va de un estado a otro, y tomaron secuestrados a dos de sus hijos, uno de ellos menor de edad. Los secuestradores están demandando un millón de pesos mexicanos por el rescate y como se imaginarán, hay las amenazas de asesinarlos si no obtienen lo que piden y si se da parte a la policía”.
Teo me pidió hablar con la madre de los muchachos, quien me confirmó lo ocurrido, totalmente devastada, con el agravante que la familia no es pudiente, el esposo es camionero.
Con situaciones así uno queda mudo ante la irracionalidad de los hechos y la sinsalida de una solución.
México ha vivido en los últimos años un tiempo doloroso. Desde que se inició la llamada Guerra contra el Narco en 2006, las organizaciones especializadas en el tema proyectan que hasta finales de 2010, habían muerto 60,000 personas.
Cada inmigrante latinoamericano en Estados Unidos puede decir que ha contado a sus muertos.
De acuerdo con la organización www.CubaArchive.org, que tiene como función llevar una estadística de las víctimas del castrismo, desde el 1 de enero de 1959 hasta el 19 de diciembre de 2008, los muertos contabilizados habían sido 8,200. Más de 5,700 fueron fusilados y desaparecidos. Otros proyectan los asesinatos cometidos durante la dictadura de Castro, en 12,000.
La Guerra Sucia ocurrida en Argentina entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983 ocasionó más de 9,000 asesinados y desaparecidos que fueron contabilizados por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Otros organismos de derechos humanos hablan de más de 30,000.
La Guerra Civil en El Salvador, entre 1980 y 1992, dejó 75,000 muertos, cifra en que concuerdan la izquierda y la derecha de ese país.
El conflicto en Guatemala, que duró 36 años, y culminó en 1996, causó alrededor de 200,000 muertos, de acuerdo con el sitio de internet de la Cruz Roja Internacional.
Según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú, Sendero Luminoso fue el responsable de la mitad de los 70.000 muertos causados por el terrorismo entre 1980 y 2000.
El gobierno de Chávez, reconoció recientemente que durante los últimos diez años la delincuencia común causó 155,000 muertos.
A mis muertos, los colombianos, víctimas de la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico, no los voy a contabilizar, ya que tengo en la memoria el cuarto de millón que dejo la violencia en las décadas de los cuarenta y cincuenta.
Solo me queda orar para que aparezcan vivos, los sobrinos de Teo.
Por Rafael Prieto Zartha
Conozco a Teo desde hace varios años. Nos hicimos amigos a raíz de las manifestaciones y vigilias que se realizaron en Charlotte, en contra de la ley Sensenbrenner, que pretendía criminalizar a los indocumentados y que la comunidad inmigrante derrotó saliendo pacíficamente en masa a las calles de las ciudades principales y los pueblos remotos de este país.
Obrero de construcción y de profesión electricista, Teo se arriesgó a pedirle a sus patrones que apoyaran a sus empleados, incluso para “un día sin inmigrantes”, que hubo en la ciudad un Primero de Mayo.
En una ocasión fue a Washington a cabildear al Congreso por una reforma migratoria integral, con un grupo de Charlotte, y estuvo en las oficinas de los representantes Sue Myrick y Mel Watt.
Teo no lo hizo público, pero sus actividades preocuparon a sus subcontratistas, quienes lo sacaron del empleo y lo vetaron en el gremio.
Teo tuvo que moverse geográficamente para ganarse la vida y se la sigue ganando honradamente.
La semana pasada recibí a través de Facebook un mensaje suyo, que compartió con alrededor de 60 amigos que él tiene en esa red social.
Transcribo el inicio para que se entienda el drama que viven muchos por los efectos de la inseguridad que se vive al sur del río Bravo, y el dolor de la lejanía.
“Amigos, este mensaje es con motivo de hacerles saber que ayer en la ciudad de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México, en casa mi cuñado un grupo de hombres fuertemente armados penetraron a su casa cuando él estaba fuera por razones de trabajo, ya que él se dedica a manejar “trailers” y va de un estado a otro, y tomaron secuestrados a dos de sus hijos, uno de ellos menor de edad. Los secuestradores están demandando un millón de pesos mexicanos por el rescate y como se imaginarán, hay las amenazas de asesinarlos si no obtienen lo que piden y si se da parte a la policía”.
Teo me pidió hablar con la madre de los muchachos, quien me confirmó lo ocurrido, totalmente devastada, con el agravante que la familia no es pudiente, el esposo es camionero.
Con situaciones así uno queda mudo ante la irracionalidad de los hechos y la sinsalida de una solución.
México ha vivido en los últimos años un tiempo doloroso. Desde que se inició la llamada Guerra contra el Narco en 2006, las organizaciones especializadas en el tema proyectan que hasta finales de 2010, habían muerto 60,000 personas.
Cada inmigrante latinoamericano en Estados Unidos puede decir que ha contado a sus muertos.
De acuerdo con la organización www.CubaArchive.org, que tiene como función llevar una estadística de las víctimas del castrismo, desde el 1 de enero de 1959 hasta el 19 de diciembre de 2008, los muertos contabilizados habían sido 8,200. Más de 5,700 fueron fusilados y desaparecidos. Otros proyectan los asesinatos cometidos durante la dictadura de Castro, en 12,000.
La Guerra Sucia ocurrida en Argentina entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983 ocasionó más de 9,000 asesinados y desaparecidos que fueron contabilizados por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Otros organismos de derechos humanos hablan de más de 30,000.
La Guerra Civil en El Salvador, entre 1980 y 1992, dejó 75,000 muertos, cifra en que concuerdan la izquierda y la derecha de ese país.
El conflicto en Guatemala, que duró 36 años, y culminó en 1996, causó alrededor de 200,000 muertos, de acuerdo con el sitio de internet de la Cruz Roja Internacional.
Según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú, Sendero Luminoso fue el responsable de la mitad de los 70.000 muertos causados por el terrorismo entre 1980 y 2000.
El gobierno de Chávez, reconoció recientemente que durante los últimos diez años la delincuencia común causó 155,000 muertos.
A mis muertos, los colombianos, víctimas de la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico, no los voy a contabilizar, ya que tengo en la memoria el cuarto de millón que dejo la violencia en las décadas de los cuarenta y cincuenta.
Solo me queda orar para que aparezcan vivos, los sobrinos de Teo.
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