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Tuesday, April 17, 2012

El amor de los hispanos por el trabajo duro

Por Rafael Prieto Zartha

De las 63 páginas del informe del Centro Hispano Pew acerca de los puntos de vista de los hispanos sobre su identidad, que se develó a principios de mes, se puede derivar tanto material como para escribir varios libros.
No obstante, el segundo capítulo del reporte, que corresponde a “la experiencia americana” o “la experiencia estadounidense”, merece ser resaltado porque confirma el indomable tesón que caracteriza a la comunidad latina que se ha afincado en este país.
“Más que el público general, los hispanos creen que el trabajo duro da resultados”, señala el informe.
El 75% de los encuestados en el sondeo, que fundamentó el reporte, expresó que la mayoría de la gente puede salir adelante aquí si está dispuesta a “trabajar duro”.
En comparación, de acuerdo a un estudio del Centro Pew, realizado en 2011, solo el 58% del público general consideró que trabajar duro podía conducir al éxito y 40% contestó que trabajar duro no garantiza triunfar.
En el caso de los hispanos, el concepto del trabajo duro como sendero de superación en la vida es compartido por los latinos que inmigraron a Estados Unidos y por los que nacieron en territorio del país.
El 77% de los hispanos inmigrantes se pronunciaron a favor del trabajo duro como ruta para
salir adelante y el 73% de los nacidos aquí manifestaron el mismo sentir.
Lo más relevante de esta porción de la encuesta, sobre el sentir de los latinos respecto a los beneficios de trabajar duro, es que el segmento que aseveró con más contundencia que laborar arduamente lleva al progreso fue el de los hispanos cuya preferencia de uso de idioma es el
español.
El 83% de los hispanohablantes dijeron que el trabajo duro es la clave del éxito frente al 71% de los latinos bilingües y 70% de los que prefieren hablar en inglés.
Los resultados del estudio son indudablemente un homenaje a los latinos que diariamente entregan sus músculos, sus pulmones, sus corazones y sus cerebros para contribuir al progreso de Estados Unidos.
El informe estampa el sello del trabajo duro realizado por los trabajadores agrícolas que pizcan frutas agachados en el Valle de San Joaquín o que en la misma zona recogen cebollas en la oscuridad de
las noches, ataviados con minilinternas adheridas a bandanas en sus cabezas, para evadir que la cosecha se haga de cara a los rayos caniculares del sol del día.
Las imágenes de esos seres, que parecían verdaderos extraterrestres en medio de una planicie sombría las plasmó el exasambleista Fabián Núñez en el documental “La cosecha de la vergüenza de California”.
El amor de los hispanos al trabajo ha estado más que demostrado en situaciones difíciles para el país.
Fueron los latinos los que se lanzaron a la tarea de limpiar los escombros dejados por los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, y parte de esos hispanos, muchos de ellos indocumentados, los que hanmuerto o se encuentran enfermos por el contacto con sustancias tóxicas en la Zona Cero.
Fueron los latinos, los que se lanzaron a reconstruir a Luisiana tras el paso del devastador huracán Katrina.
Son los hispanos, los que continúan trabajando duro en las plantas procesadoras de pollos y cerdos, y terminan con las manos mutiladas o deformadas afectadas con el síndrome
carpiano.
Son los albañiles mexicanos, quienes dicen que sus antepasados construyeron las pirámides aztecas y en las últimas décadas construyeron las pirámides de Charlotte -la ciudad donde vivo- los que han ratificado ese amor por el trabajo duro.
Y en cuanto al amor y respeto que tienen los latinos para Estados Unidos, el reporte del Centro Hispano Pew es más que diciente.
El 87% de los hispanos expresaron que este país brinda más oportunidades de salir adelante que sus países de origen.
Respecto a si volverían a repetir la experiencia de establecerse aquí, más del 80% de los que han estado en el país por más de seis años señalaron que no lo dudarían.

Tuesday, April 10, 2012

Los hispanos sí somos racistas

Por Rafael Prieto Zartha

El programa Al Punto, que presenta en Univisión Jorge Ramos, hizo en su más reciente edición una pregunta cuya respuesta es tan evidente como que el agua moja: ¿Somos racistas los hispanos? Por supuesto que sí lo somos.
Ya lo decía yo, en la columna que publiqué la semana pasada en Qué Pasa-Mi Gente: “Algo que casi nadie se atreve a reconocer la existencia de prejuicios recónditos con gente que es diferente a quien los siente. Unas cosas son las que se dicen en público a viva voz y otras las que se expresan soterradamente, que sacan los demonios existentes en el alma”.
Pero para encontrar a gritos el racismo latente en los corazones de los latinos radicados
en Estados Unidos y los sentimientos nacionalistas chauvinistas más cavernícolas basta navegar por la red. En la internet “googoliando” se halla la cloaca que tenemos dentro, en las más variadas versiones. Aparece en los comentarios que se hacen a las opiniones o cuando hay enfrentamientos deportivos.
La gente insulta con los peores calificativos a sus congéneres. Paradójicamente, la esencia del mal del racismo figura como si se escribiera en piedra con cincel en forma de humor. Los chistes racistas o de nacionalismo a ultranza se pueden leer o incluso ver interpretados en You Tube, por quienes hacen las veces de heraldos del gracejo y el ingenio.
Hay chistes contra negros, contra chinos, englobando a todos los orientales, contra gringos, para reírse de los blancos.
Y en cuanto nacionalidades, ni hablar.
Hay bromas contra los gallegos, para descalificar a los españoles. Desde España la
respuesta la expelen las bandas supremacistas.
Existen chistes de todos contra el supuesto carácter soberbio de los argentinos. Hay chispa humorística surgida en Argentina contra los bolivianos, en los que se que se les nombra con un mote de desprecio: “bolitas”. Los dardos también caen para los inmigrantes peruanos y paraguayos que se han establecido en la pujanza de sur rioplatense.
En Chile, el ingenio de Pepo, no dejaba ocasionalmente de tener aromas de chauvinismo en
boca de Condorito y sus amigos. Ahora me estrellé un internauta chileno que sugiere controlar la inmigración para evitar que los niños negros sean objeto de burla de sus compañeros de clase.
En los Andes el racismo es manifiesto contra quienes tienen origen indígena. En Bolivia, Perú y Ecuador, se “cholea” y esto se refleja en el humor virtual. Lo grave es que muchas veces el insulto lo lanza gente de evidentes rasgos aborígenes que parece que no han visto sus rostros reflejados en un espejo.
En Colombia, donde nací, la palabra para ultrajar a otro es “indio”.
En Venezuela, donde hubo inmigración portuguesa, italiana y española, algunos expresan prejuicios contra los “niches”, que es una forma de describir a los afrodescendientes.
En el Caribe, el dictador Rafael Leónidas Trujillo, realizó una matanza de haitianos pretendiendo que sus compatriotas en general podrían ser más claros por pronunciar claramente la palabra “perejil”.
Hoy en la red se puede develar como los dominicanos hacen chistes de haitianos, los puertorriqueños hacen bromas de los dominicanos y los cubanos hacen gracejos de los
puertorriqueños. El conocido comediante, Álvarez Guedes, tiene entre su repertorio algunos chistes de negros.
En Costa Rica las bromas se dedican a los nicaragüenses a los que se califica de “nicas regalados”. Las confrontaciones verbales entre mexicanos y centroamericanos cuando de futbol se trata por momentos hacen sonrojar a la vulgaridad misma. Los apelativos nacionales de “guanacos”, “catrachos” y “chapines” no se utilizan para hacer precisamente elogios, en los comentarios de mexicanos, salvadoreños, hondureños y guatemaltecos.
En México, la visión de algunos “güeritos” es que el resto de la población está integrada por "nacos”. Para una muestra palpable: vean al “Pirurris”.