La algarabía de las
barras bravas de Romney
Por
Rafael Prieto Zartha
Indiscutible que los candidatos a
la presidencia están buscando exposición en los medios de comunicación en
español, ahora que la competencia por la Oficina Oval está entrando en la recta
final.
El presidente Barack Obama le concedió el honor a la
corresponsal de la agencia EFE en la Casa Blanca, María Peña, de dialogar con
ella, cuando despegó su campaña durante una visita a Colorado. La cita ocurrió
tras el estallido de las protestas en el mundo musulmán contra la absurda
película que hace burla del profeta Mahoma.
En esos mismos días, el presentador de Telemundo, José
Díaz-Balart, tuvo una entrevista privada con Obama y posteriormente con el
aspirante republicano Mitt Romney.
El Gran Encuentro con los Candidatos en Univisión fue
el 19 y 20 de septiembre, con la presentación separada del candidato retador el
primer día y la del incumbente, que desea la reelección, en el segundo.
Las apariciones en las cadenas en español se dieron
después de una agria crítica a la comisión de debates presidenciales, que
excluyó en este año a periodistas de las minorías como moderadores de las
confrontaciones, que tendrán exposición nacional el 3, 16, y 22 de octubre,
desde Denver (Colorado), Hempstead (Nueva York) y Boca Ratón (Florida).
Me dejó lelo la algarabía de los seguidores de Romney
en la presentación que realizó en la Universidad de Miami, que se asemejó a la
gritería que protagonizan las barras bravas en los estadios de futbol del
mundo. El acto no pareció un foro en el que interviene alguien que podría
ocupar el cargo más importante de la Tierra, sino una conversación aliñada con
el eco estridente de una banda de hooligans.
Yo triné por Twitter y recibí la respuesta que desde
el inicio del programa se había advertido que la audiencia estaría compuesta
por partidarios del aspirante republicano. Me callé en un silencio permeado por
la comprensión, aunque en el fondo me quedó la sensación de que algunos de los
asistentes habían trasgredido las normas de decoro, urbanidad, modales y buenas
maneras en una ocasión solemne.
Hasta Jorge Ramos resultó abucheado por el público por
inquirir al candidato sobre temas incómodos y Romney sonrió diciendo que tenía
respaldo.
Lo que no supimos los televidentes es que el candidato
republicano recibió ese apoyo indigno de los concurrentes a una gallera, porque
su campaña amenazó con posponer la presentación si no se admitía a sus
simpatizantes para que llenaran los asientos libres en el anfiteatro.
El destape de lo ocurrido lo hizo el sitio de internet
BuzzFeed Politics, con la firma de su periodista McKay Coopins, quien también
reveló que el encargado de coordinar los foros por parte de la Universidad de
Miami, tiene vínculos con la campaña de Romney.
De ahí el espectáculo mentiroso de que Romney cuenta
con el respaldo vocinglero de los latinos por la impresión que causó lo
difundido por Univisión nacionalmente. La realidad es que Romney solo recibe 21
por ciento de las preferencias y Obama, 74 por ciento, de acuerdo con el sondeo
de ImpreMedia y Latino Decisions.
Y eso que los números se contabilizaron antes de que
se revelara el video en que Romney insulta al 47 por ciento de los habitantes
del país con el calificativo de “dependientes” y “víctimas”, lo que no puede
ser interpretado de otra manera que con el adjetivo de mantenidos, que no pagan
impuestos.
Entre los mantenidos, según Romney estarían:
jubilados, veteranos de las fuerzas armadas y trabajadores que no califican
para aportar al fisco por las disposiciones tributarias federales.
Posteriormente, Romney dio a conocer su declaración de
impuestos de 2011, que indica que pagó 14 por ciento de las entradas, que es
menos que el aporte promedio de 20 por ciento que tributan los ciudadanos
regulares. Para completar, Ann, la esposa del candidato dijo que tenemos que estar agradecidos con
que su marido esté buscando la presidencia.
Y se supo que el padre de Romney, George, solicitó welfare
en sus años mozos.