BITACORA

BITACORA

Tuesday, August 16, 2011

Pena de muerte para los indocumentados

Por Rafael Prieto Zartha

La osadía de los que abominan a los indocumentados supera los límites de la imaginación y para ratificar esta premisa a un político local del estado de Washington se le ha ocurrido que la solución para acabar con la “inmigración ilegal” es aplicar la pena capital a los que no tienen estatus migratorio.
Esa es la propuesta de Loren Nichols, aspirante al concejo municipal de la localidad de Kennewick, una ciudad de 78 mil habitantes, donde están radicados 18 mil hispanos, en su abrumadora mayoría mexicanos.
“A los ilegales se les debería haber disparado en la frontera”, dijo el veterano de guerra de 55 años a la estación de televisión local KEPR.
Previamente, Nichols había sido explicito sobre el establecimiento de la pena de muerte en una entrevista radial de 15 minutos en la emisora local KONA.
Su plan, propone darle 30 días a los indocumentados para que se vayan de Kennewick si es que “aprecian sus vidas”.
El político sugirió que la ciudad pague mil dólares por cada indocumentado, que los ciudadanos entreguen a las autoridades locales.
Contrario a lo que ha pasado con otros políticos, que han dicho que sus exabruptos han sido meros dislates, Nichols ha ratificado su posición a varios medios de comunicación
Al periódico Everett Herald le dijo que con “una muerte o dos se atraerá atención”, es decir que los indocumentados entenderán el mensaje y se largaran.
Para Nichols, la presencia de “ilegales” en Estados Unidos constituye literalmente una violación del país.
Aunque suene que su idea sea la de un loquito y sea improbable que la pena de muerte se aplique alguna vez contra los indocumentados, el que alguien contemple la adopción de una medida como esa es preocupante.
Y es asustante porque no es la primera vez que un político dice que hay que echarle bala a los “ilegales”. Además, de que las palabras no han salido de personas con un perfil tan bajo como el de Nichols.
En marzo pasado, el representante republicano a la Cámara Estatal de Kansas, Virgil Peck, dijo durante una reunión del Comité de Apropiaciones que a “los inmigrantes ilegales se les debería disparar desde helicópteros como a los cerdos”.
Como disculpa Peck indicó que estaba bromeando cuando soltó la frase y que estaba hablando solo como una paisano del sureste de Kansas.
En el otoño de 2010, representante republicano a la Cámara estatal de Georgia, John Yates, veterano de la Segunda Guerra Mundial, sostuvo durante un foro de candidatos, que la solución para parar la “inmigración ilegal” era “tirar a matar”.
Yates, quien se ratificó en su posición, propuso lanzar volantes en territorio mexicano, advirtiendo a los que tuvieran la intención de cruzar la frontera ilegalmente que se les mataría.
También, sugirió movilizar a la Guardia Nacional a la frontera y contener la “invasión” de la misma manera que se contuvo a Hitler y la Alemania Nazi en la última guerra mundial.
Más recientemente, en julio pasado, el representante estatal a la Cámara de Alabama, Mo Brooks, expresó que haría cualquier cosa diferente a dispararle a los “inmigrantes ilegales” con tal de sacarlos de su estado.
Este domingo 14 de agosto, durante una conferencia del sheriff del condado arizoniano de Cochise, Larry Denver, en Statesville, Carolina del Norte, uno de los asistentes sugirió sonriente usar armas de fuego contra los “ilegales”.
Mientras no haya una voluntad nacional de resolver el problema migratorio seguirá la monserga antiinmigrante que le da menos valor a los indocumentados que a los perros.
Es por eso que el presidente Barack Obama está en deuda con los millones de hispanos que votaron por él en noviembre de 2008, confiados en que el mandatario iba a cumplir su promesa de lograr una reforma migratoria, y no una deportación masiva.

Tuesday, August 9, 2011

Un millón de razones para no votar por Obama

Por Rafael Prieto Zartha

Los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de la administración del presidente Barack Obama están haciendo todo lo posible para que quienes votamos por el actual mandatario en 2008, no repitamos el error en 2012.
Sus subordinados del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) ya completaron eficientemente el primer millón de indocumentados expulsados del país.
Pero no solo consumaron el primer millón de razones para no confiar en la palabra empeñada del presidente de “la esperanza” y el “sí se puede”, sino que John Morton, el director de ICE, se da el lujo de burlarse de 40 gobernadores del país con el programa de deportaciones Comunidades Seguras.
Después de que les ofreció el proyecto como un plan opcional y les hizo firmar memorandos de entendimiento, que no son otra cosa que contratos, ahora les cuenta que los acuerdos no tenían ninguna validez y que Comunidades Seguras es obligatorio para todas las agencias policiales del país y que no pueden decir ni mu al respecto.
Todo se dio después de que los gobernadores de California, Illinois y Massachusetts cuestionaron su participación en el programa.
Buen contraste, la valentía de Morton con los gobernadores con su actitud blandengue con sus subordinados, que en junio del año pasado pusieron en tela de juicio su autoridad sin que moviera una pluma.
En junio de 2010 el sindicato que representa a 7,600 oficiales y empleados de la agencia federal encargada de las deportaciones, emitió una resolución diciendo: “Es el deseo de nuestro sindicato dentro de ICE y de nuestros empleados de separarnos de las acciones del director Morton”.
Morton metió la cabeza en un hueco en el suelo como las avestruces, pero dejó el resto del cuerpo al aire para la expansión de Comunidades Seguras.
Comunidades Seguras, que es un sistema de informática de intercambio de información de ICE con otras organismos policiales se inició en 2008 en 14 jurisdicciones del país.
Actualmente opera en 1,400 jurisdicciones y clama haber deportado hasta el 30 de abril de este año a 77 mil indocumentados, de los cuales según ICE, 28 mil han sido criminales convictos de asesinatos, violaciones y corrupción de menores.
Yo me permito exteriorizar mis dudas acerca de las cifras de ICE, que seguramente están acomodadas.
En el otoño de 2006 estuve en el anuncio de la deportación de los primeros mil criminales por parte del programa 287g en Charlotte, en presencia de la exdirectora de ICE, Julie Myers, cuando las propias estadísticas del alguacil local señalaban que solo 31 de los expulsados habían cometido delitos agravados.
Ahora la situación es peor, porque ni ICE, ni el sheriff local dan cuenta de cuantos presos detenidos por Inmigración han pasado por la cárcel de Charlotte, en los últimos meses.
Desde mayo le hemos preguntado a ICE, que no contesta y yo se lo pregunté al propio alguacil, que dijo no saberlo.
Si esa es la transparencia con que la agencia federal maneja la información acerca de los indocumentados y lo mismo ocurre con la entidad local que le colabora, no me puedo ni imaginar cómo manejan los datos nacionales de Comunidades Seguras.
El portal de internet de ICE no ha actualizado la información de expulsados desde hace tres meses.
Ojalá la Unidad de Investigaciones de Univisión o un grupo similar metiera las narices en el asunto y esclareciera como ICE y sus agencias cooperantes recaban los datos.
Los que si no tienen ninguna duda acerca de sus guarismos son los del Centro Hispano Pew, que han contado 21 millones de votantes hispanos en el país.
Los manifestantes que acompañaron al congresista Luis Gutiérrez en su reciente detención frente a la Casa Blanca, le dieron a Obama hasta el 15 de agosto para que diera una muestra de respaldo a los indocumentados.
A lo mejor la carta de Morton a los gobernadores fue la respuesta.

Tuesday, August 2, 2011

George Ramos y los Jorge Ramos

Por Rafael Prieto Zartha

Uno de los sueños de mi vida lo truncó la implacable parca que se llevó antes de que nadie lo hubiera previsto a mi amigo el periodista George Ramos, uno de los ganadores del Premio Pulitzer en 1984 por una serie colectiva del diario Los Angeles Times sobre la comunidad latina.
No recuerdo exactamente si Ramos perteneció al reducido grupo que a mediados de la década de los setenta, escribió en una servilleta el deseo de formar la Asociación de Periodistas Chicanos de California (CCNMA), que fue la organización madre de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ).
La noticia de su muerte súbita fue tan grande, que no tuve alma para levantar el teléfono y averiguar con los amigos y colegas de hace 30 años si mi remembranza era correcta o errada.
A George lo prefiero recordar por sus bigotes, su enorme sonrisa, y su voluntad para enseñarle a las nuevas generaciones los secretos de esta maravillosa profesión del periodismo.
Deseo tenerlo en mi mente como a Frank del Olmo, quien también se nos fue muy temprano.
Y quiero recordarlos con la cara de felicidad que teníamos todos en una foto en la que aparecíamos tanto los periodistas latinos del LA Times que ganaron el Pulitzer, como quienes trabajábamos como periodistas para La Opinión en una noche de celebración inolvidable en el centro cultural Plaza de la Raza del Este de Los Angeles.
La última vez que me encontré con George fue a finales de junio en Orlando, durante la convención de la NAHJ en el reino mágico de Disney.
No me atreví a sugerirle que fuera cómplice de una idea que me había rondando durante años, porque un terremoto en la estructura de la NAHJ desvió mi atención y pensé que tendría tiempo de sobra para hacerle posteriormente la propuesta.
Tuve en mi mente realizar un panel en la conferencia anual de la NAHJ con los Jorge Ramos, para que hablaran de sus experiencias periodísticas y que el coordinador de la sesión fuera George.
En la mesa estaría Jorge Ramos, el presentador de Univisión, a quien conocí hace tres décadas recién desempacado de México, cuando era reportero de KMEX Canal 34 y el suscrito, reportero de La Opinión.
Compartiría espacio Jorge Ramos, el presentador del noticiero local de la estación de Telemundo en Nueva York, WNJU Canal 47.
A Jorge de Telemundo, puertorriqueño, lo conocí a finales de la década de los ochenta precisamente en Puerto Rico.
Estaba sentado a lado mío durante una sesión sobre la televisión hispana en Estados Unidos y yo le lancé una pregunta comprometedora a su jefe de la época, Carlos Barba.
Hace dos años me lo volví a encontrar en Puerto Rico y compartimos mesa como panelistas en una sesión sobre el idioma español en Estados Unidos, que coordinó la Academia Norteamericana de la Lengua Española.
El otro Jorge Ramos que hubiera estado presente sería el periodista deportivo uruguayo, que tiene su Banda en ESPN deportes, tanto en radio, como en televisión.
Coincidí con él cuando trabajé para CBS Telenoticias a mediados de los noventa en Miami.
Algunas veces presentaba los segmentos de deportes para el servicio de televisión panregional al que estaban vinculados Iván Kasansew, Omar Fuentes, Hernán Pereyra, Ramón Zayas, Manu Sánchez, Fredy Wiles, Horacio Scagliotti, Enrique De Renzis, Andoni Birruarena, Johani Ponce, Juan Domingo Chacoff y el “Ché” Marcelo.
Con “el relator de las Américas” escasamente crucé palabras, pero igual a los Jorge Ramos, pertenece a esa categoría sin igual de los que llevan ese nombre y están en los medios grandes de este país.
Seguramente George estará escuchándome allá arriba y se reirá de la pilatuna que yo quería hacer.
Es que en el periodismo de Estados Unidos cabe lo de “la importancia de llamarse Jorge Ramos o George Ramos”.

Thursday, July 21, 2011

Mis fans

Por Rafael Prieto Zartha


A través de esta columna he estado una y otra vez presentando un caso evidente y haciendo pedido sencillo con un argumento simple.

En el país hay 11 millones de indocumentados, la mayoría hispanos y la inmensa mayoría gente buena. A esas personas, que ya han aportado a esta nación, se les debería legalizar mediante una reforma migratoria integral, que cubra, entre otros, a los estudiantes que aspiran a ingresar a centros de educación superior, a los campesinos que cultivan las lechugas y los tomates que consumimos y a los albañiles que han dejado sus pulmones y sus hígados trabajando en las tareas más fuertes.

Creo que el problema de la inmigración no es un asunto de legalidad o ilegalidad sino un problema social que no se resolvió porque económicamente no convenía y todos se hicieron los de la vista gorda: el gobierno, los políticos, los empresarios y rancheros que contrataron a los indocumentados y los propios indocumentados.

Es injusto que en tiempo de vacas flacas se decida culpar a los indocumentados de todos los problemas del país y se decida tratarlos como si no fuesen seres humanos y que se les conculquen todas las posibilidades de vida y se pretenda arrestarlos por sospechas, impedirles que se movilicen en automóviles, impedirles que trabajen, prohibirles tener vivienda, obstaculizar sus posibilidades de estudiar y progresar profesionalmente, abrogar los derechos adquiridos por sus hijos.

No comparto que los comparen con ganado, ratas, prostitutas, narcotraficantes y pandilleros, porque los once millones no calzan ni en los calificativos, ni en los estereotipos con los que se les pretende rotular.

No creo que Estados Unidos deba tener una política de fronteras abiertas, ni tampoco asumir la responsabilidad de acoger a todos los pobres del mundo.

Respecto a esa visión hay innumerables críticas. Aquí una muestra:

Raúl Díaz-Perera:

Vuelve Rafael con sus argumentos maniqueos. Bueno, de algo tiene que agarrarse, ya que no le queda mucho. Por remontarse al pasado, podría irse a la época en que la esclavitud era legal y por ahí puede llegar a la Grecia Antigua, si de buscar argumentos se trata. O referirse a la Ley Seca en la que el ron que hoy se bebe Rafael antes de escribir sus artículos, lo podía meter en la cárcel. Lo cierto es que Rafael vino a dejar sus huesos en este país, porque le atrajo una cierta medida de orden y un respeto por la ley vigente y un sistema de aprobación política conducente a la estabilidad, cosas que Rafael no encontraba en su querida Colombia.

jorge:

Le confieso que sus argumentos no reflejan sabiduría de un esciente, sino más bien de una garduña inoficiosa, inverecunda e imbele contra la lógica. Le invito a que disminuya la estulticia en estos artículos que usted esgrima de forma intelectual, pero sofisticada. Y aclaro que digo sofisticada en el sentido etimológico de la misma. Usted al igual que la escuela de Elea, anda empleando sofismos para probar lo que no es. Quizá pueda confundir a los no leídos, a los energúmenos con sus insipiencias y aquellos cuales cerebros reducidos y contaminados viven en un simbólico tugurio de la incuria intelectual. Por suerte existen muchos que no se dejan "embutir."

La Voz:

"No humillen a los ilegales no hagan tal cosa no es necesario, solo depórtenlos. Eso sí se puede y con toda autoridad de la ley. Para que no se quejen de que se separan a las familias depórtenlos con sus hijos y hasta con el perro".

turrucares1:

"Dices 'la Primera Enmienda de la Constitución garantiza la libertad de expresión, incluso la de los que sin mesura me califican de antiimperialista'. Con esto tratas de que nadie te censure. Te pregunto ¿eres antiimperialista? o tal vez ¿comunista? o ¿te gustan las Farc?".

oscar:

"Rafael, Rafael, leer tus artículos me hace recordar la filosofía (aún la más estúpida de las ideas que es como se le puede calificar) de tantos pueblerinos... cerrada totalmente".

NEMROD:

"La Asociación de Periodistas Hispanos (NAHJ) este fue el grupillo de seudoperiodistas, proilegales y antiamericano que inventaron el término 'indocumentado' para lavarle la cara a los delincuentes que violan las leyes migratorias".

Tuesday, July 12, 2011

La ley es la ley

Por Rafael Prieto Zartha

Todo era legal, como lo gritan los que descalifican a los indocumentados
y los llaman ilegales.
Era 1945 y era legal que los estudiantes de origen mexicano asistieran a
escuelas diferentes a las que iban los blancos.
Pero la familia Méndez, radicada en la localidad Westminster, en el
conservador Condado de Orange, de California, había decidido retar la ley en los
tribunales.
En 1946, la Corte Federal de Apelaciones del Noveno Circuito determinó
que segregar a los estudiantes mexicanos y mexicoamericanos en escuelas
separadas era inconstitucional.
Entonces era legal que a los mexicanos se les negara la vivienda, que se
les asignara solo un día para asistir a las piscinas públicas y que el
contenido de la alberca después de que la usaran fuera evacuado, para
que no “contaminara” a los blancos.
Era un tiempo en que abiertamente se decía que no era conveniente que
estudiaran porque ¿quién iba a recoger las cosechas?
Siete años después de la pelea de los Méndez, la Corte Suprema de
Justicia emitió el veredicto de la demanda Brown contra la Junta de
Educación, que declaró también inconstitucional el concepto de
“separados pero iguales”, el cual había permitido legalmente la
segregación de los afroamericanos.
La lucha que terminó en un cambio radical para el país la inició el
reverendo J.A. De Laine en el condado rural de Clarendon en Carolina del
Sur.
La familia De Laine, que vivió momentos de horror, terminó radicándose en
Charlotte, la ciudad donde vivo.
Pero antes de salir de Carolina del Sur vieron su casa convertida en
cenizas, tras una acción del Ku Klux Klan.
Sin embargo, era legal discriminar a los afroamericanos en todos los
aspectos.
Tenían que tomar agua en fuentes diferentes a las de los blancos, se
tenían que sentar en lugares diferentes en los autobuses públicos y en
las cafeterías.
Todo eso era legal y está expuesto en la exhibición Coraje que presenta el Museo Levine del Nuevo Sur en Charlotte.
En estos tiempos se ha convertido en legal impedir que honestos
trabajadores puedan tener una licencia de conducir.
Se pretende impedirles conseguir trabajo, conseguir vivienda.
Se pretende que los directores de las escuelas reporten cuáles niños son
hijos de esos padres diferentes.
Se pretende que a los hijos de ellos, nacidos en territorio estadounidense, se les abrogue la ciudadanía.
Legalmente se impide que jóvenes con sueños puedan educarse, ir a la
universidad, y convertirse en profesionales.
Pero los que hablan de legalidad, simplemente se acogen al argumento de
que se les debe castigar por ser “ilegales”.
Está claro que no estamos en el tiempo del accionar desenfrenado del
KKK, pero de facto si se han asesinado hispanos solo por su condición de
ser diferentes en Long Island y Pensilvania.
Tampoco ha cambiado el resentimiento contra gente diferente como a la que
se desea expulsar del país después de que ha sudado la gota gorda
trabajando en este país.
Quienes los detestan no usan el vetusto hábito de terminación puntuda, ni
se anuncian para intimidar con cruces en llamas.
Ahora los que los detestan usan la cibernética y se autoproclaman patriotas.
¿Es patriota alguien que no quiere que un joven vaya a la universidad?
Yo no lo creo, y siento que es igual a esos que no querían que los
afroamericanos y los mexicanos se educaran en igualdad de condiciones,
porque esa era la ley.
No considero patriotas a los 130 mil que firmaron en Maryland para
repeler la ley que daba acceso a la universidad a los estudiantes
indocumentados en ese estado.
Tampoco es un patriota el político de California, Craig Huey, quien ha
dicho que los inmigrantes indocumentados son “terroristas domésticos”.
Pero, qué diablos, lo que hizo Hitler lo manejó con apego a la ley, igual que el presidente venezolano Hugo Chávez.

Monday, July 4, 2011

Prostitución, drogas y pandillas

Por Rafael Prieto Zartha

No pude asistir a la fanfarria con que la gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, realizó la firma de la Ley estatal SB 20, que
criminaliza a los indocumentados en su estado, pero la corresponsal de EFE en las Carolinas, Alexandra Vilchez, me contó los detalles del ágape.
Con su acostumbrada pose soberbia sobre el tema, la mandataria surcarolina, descendiente de inmigrantes de la India, invitó a los que no tienen papeles a largarse de su estado.
Durante la conferencia de prensa, cada respuesta firme de Haley contra los indocumentados fue seguida por atronadores aplausos de los asistentes al Capitolio en Columbia, donde todavía flamea la bandera de la Confederación, que recuerda con nostalgia la Guerra de Secesión perdida, que se inició en ese estado en el Siglo 19 para mantener a los negros bajo las cadenas de la esclavitud.
Pero lo más sobresaliente del encuentro con los medios fueron las palabras del senador Larry Grooms que aseveró que los “ilegales” “traen a nuestras comunidades prostitución, drogas y pandillas”.
La pregunta apropiada para este padre de familia, devoto cristiano, que está a favor del porte libre de armas, es que pruebas fehacientes tiene de su afirmación.
¿Cuántas prostitutas hispanas conoce? ¿Cuántos narcotraficantes? ¿Cuántos integrantes de “gangas”? ¿Dónde están las estadísticas? ¿Dónde están las pruebas?
Seguramente alguien como él que ha sido galardonado con el Premio de Senador Estatal Humano por parte de la Sociedad Humana de Estados Unidos debe tener las evidencias a la mano.
En caso contrario, de que no tenga comprobantes, en términos bíblicos el legislador podría caber en la categoría de “sepulcro blanqueado”.
La organización antiinmigrante Federación para la Reforma de Inmigración Americana (FAIR) calculaba que en 2008 había 75 mil indocumentados radicados en Carolina del Sur. ¿Cuántos de esos serían prostitutas, narcotraficantes y pandilleros?
Estoy seguro que muy pocos y estoy seguro que antes del flujo de inmigración indocumentada hispana hacia Carolina del Sur ya el estado tenía sus propias prostitutas, vendedores de drogas y pandilleros.
¿Acaso podrían se bandidos los hermanos Moisés y Rigoberto Xaca, de 17 y 15 años de edad, que murieron aplastados en un túnel en 2003, cuando
trabajaban en la construcción de una escuela en la localidad de Blithewood?
En 2005, con 3 % de población, los hispanos registraban 20 % de muertos y lesionados en sitios de trabajo.
He tenido la dicha de recorrer algunos lugares de Carolina del Sur. He viajado a la preciosa Charleston, me he bañado en las playas de la Isla de las Palmas.
He estado en Rock Hill y en Fort Mill, y hace unos meses tuve la suerte de realizar junto con Alexandra, un especial sobre ese estado para ImpreMedia, la empresa propietaria de El Diario-La Prensa de Nueva York y La Opinión de Los Angeles, los dos diarios en español más antiguos del país.
Se trataba del proyecto “El futuro es ahora”, que analiza estado por estado los resultados del Censo de 2010 y presenta perfiles, tendencias,datos y personajes latinos.
Así compartí una madrugada con los caballerangos de Aiken, gente extraordinaria salida de San Juan Palmira, Michoacán, México, que cuida y entrena los equinos que compiten en los hipódromos más importantes del país.
En Columbia aprendí que las bases militares fueron el primer foco de inmigración hispana hacia el estado, compuesta fundamentalmente por puertorriqueños, mexicanos, cubanos y panameños. Me comí la mejores empanadas colombianas en Greenville, donde los colombianos han forjado prósperas empresas.
No me topé con bandidas, ni bandidos, sino con gente trabajadora con el espíritu de los sacrificados hermanos Xaca, que no son el retrato que pinta el senador Grooms.
Con Perdue sí que perdimos

Por Rafael Prieto Zartha

Antes de que fuera elegida gobernadora de Carolina del Norte, Beverly Perdue ya le había fallado a inmigrantes hispanos sin estatus migratorio y por ende a los sectores de la comunidad latina que los respaldan.
Fue en agosto de 2008, antes del fragor de la campaña electoral, cuando emitió su lapidario concepto contra los que hoy conocemos como jóvenes soñadores.
“Estoy en contra de permitir que inmigrantes ilegales que nunca podrán trabajar legalmente en Carolina del Norte asistan a los colegios comunitarios” del estado.
Posteriormente, en un día lluvioso, Perdue fue recibida en Charlotte, en la sede del Partido Demócrata, en el centro de la ciudad, por la prensa en español, que la inquirió duramente por su postura antiinmigrante.
Y es que por los mismos días, la entonces vicegobernadora había tenido la audacia de calificar a su contrincante, el republicano Pat McCrory de blando con la inmigración ilegal.
¿McCrory blando? parecía un chiste de mal gusto, dado que en realidad había sido uno de los adalides en contra de los indocumentados, no solo como candidato sino como alcalde de Charlotte.
McCrory fue quien pidió que se reportara el estatus migratorio de los indocumentados víctimas de delitos, después de que un humilde paletero fue asaltado a punta de pistola y cuando denunció el hecho una agente pretendía ponerlo en manos de las autoridades de inmigración.
El exalcalde apoyó la posición de la oficial y durante su campaña hizo envíos de correo en los que tajantemente mostró su posición antiinmigrante.
Pero eso no era suficiente para Perdue.
Sin embargo, por debajo de cuerda supuestamente hubo intercambio de impresiones con líderes demócratas hispanos a los que se dice expresó que habría un propósito de enmienda.
Se llegaron las elecciones del 4 de noviembre y la mayoría de votantes hispanos norcarolinos respaldó la fórmula presidencial de Barack Obama y los aspirantes que estaban bajo el cobijo de su partido.
Obama ganó Carolina del Norte y el Centro de Política de Inmigración (IPC) hizo un análisis que concluyó que el voto hispano había sido fundamental en la victoria del ahora ocupante de la Casa Blanca.
Más de 26,000 sufragantes latinos votaron por el presidente y la diferencia con el senador McCain fue de 14,000.
Perdue tuvo un triunfo aún más apabullante sobre McCrory, incluso ganó en el Condado de Mecklenburg.
Al día siguiente de los comicios, yo en ton de sorna le dije al exalcalde que su derrota por pocos centenares de votos en su patio la habían forjado los votantes latinos en respuesta a su campaña de hiel.
Ya montada en el potro de la gobernación, el desempeño de Perdue había sido pálido con los hispanos.
Una postura muy discreta sobre los temas especiales que aquejan a la comunidad latina y una huidiza respuesta a cualquier pregunta relacionada con inmigración es lo que se ha recibido de Perdue.
Ahora en un momento en el que tenía que sacar la casta por los latinos, que ya son más de 800 mil en el estado, no lo hizo.
Con su firma a favor de establecer el E-Verify, demostró que no le importamos.
Se podrá decir lo que sea pero el fin del E-Verify es hacerle la vida de cuadritos a los indocumentados que trabajan.
Porque en este país sí ha habido gente que trabaje, que no pueda solicitar desempleo o welfare han sido los indocumentados que se radicaron en las últimas dos décadas.
Ojo, que yo desearía que ninguna persona trabajara sin estar autorizada para hacerlo en Estados Unidos, como lo pretenden con el E-Verify pero esa no es la realidad.
Ojalá a Perdue no le toque sugerir que los presidiarios reemplacen a los indocumentados como trabajadores en algunas industrias, como ha ocurrido en otros estados como Georgia y Colorado.
Definitivamente, con Perdue sí que perdimos. Tal como si los latinos hubieran votado por los enemigos en 2008.