BITACORA

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Tuesday, October 25, 2011

Perdidos en detención de este lado del muro

Por Rafael Prieto Zartha

Siempre que toco el tema del rumbo informativo que le están dando a
Univisión mis paisanos colombianos que dirigen la cadena de televisión y

sus componentes de radio e internet recibo andanadas de críticas.
Los reproches que más me inquietan son los de amigos y colegas cercanos

que me reclaman mi supuesta dureza con Isaac Lee y su equipo.
Algunos me han admonizado con el argumento de que soy injusto y que en

lugar de desaprobar su gestión, debería ofrecer alternativas de cobertura.
Creo que desde un principio, cuando escribí la columna “La

colombianización de Univisión" fui claro en recomendarle a Lee y Daniel

Coronell que en lugar de mirar hacia Latinoamérica orientaran sus lupas

y telescopios hacia los hispanos de Estados Unidos y que primordialmente

auscultaran el urgente tema migratorio.
Un ejemplo de lo que en mi opinión tendrían que hacer, en vez de buscar

esqueletos de la adolescencia del senador Marco Rubio, lo dio la cadena

PBS, el pasado 18 de octubre, en su programa Frontline, con el informe

denominado “Perdidos en detención”.
“Lost in detention” cuestiona las cifras de deportaciones de

“criminales” de la actual administración del presidente Barack Obama, la

forma como funciona el programa de expulsión de indocumentados

Comunidades Seguras y los abusos sexuales en las cárceles de

inmigrantes, algunas de las cuales son operadas por firmas privadas.
El documental, que se puede ver en el sitio de internet de PBS y fue

presentado por la galardonada periodista María Hinojosa, hace una

disección del actual desbarajustado sistema migratorio que separa

familias y le amarga la vida a millones de inmigrantes hispanos

radicados en el país
Los inmigrantes encadenados, la prisión imponente y el avión que parte

en el cielo cargado de “indeseables” son lamparazos para las entendederas.
El trabajo de “Perdidos en detención” fue lanzado junto con un

informe del Instituto Warren de la Escuela de Leyes de la Universidad de

California en Berkeley, que vuelve añicos la afirmación de los

funcionarios de Inmigración de que están deportando -en su mayoría- a

“lo peor de lo peor”.
Otra tarea que podría funcionar para los investigadores de Univisión

sería hacer un perfil del activista John Tanton y su influencia en el

movimiento antiinmigrante, dado que es el titiritero detrás de las

organizaciones que se oponen a la legalización de los indocumentados:

Federación Americana para la Reforma de Inmigración (FAIR), Centro de

Estudios de Inmigración (CIS) y NumbersUSA.
Igualmente sería interesante desenmarañar la madeja de como los

antiinmigrantes están produciendo las leyes estatales tipo Arizona como

enlatados para repartirlas en los 50 estados.
También está el caso del empresario Art Pope, que financió las campañas de

candidatos antiinmigrantes en las elecciones del año pasado, haciendo

que la Legislatura de Carolina del Norte pasara a manos republicanas,

después de haber estado en control de los demócratas durante más de un

siglo.
O está el desglose de las donaciones que las empresas privadas que

administran las cárceles de inmigración le han hecho a los políticos que

promueven el encarcelamiento de los indocumentados.
Esos son algunos de los tópicos que se podrían tratar de este lado del

muro que algunos de los candidatos republicanos apoyan que se construya

a todo lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.
Estoy seguro que si la obra se realiza los primeros beneficiados serán

los obreros hispanos, especialmente los mexicanos, que han estado

construyendo y reconstruyendo el país durante las últimas dos décadas.
Si esa es la solución para que dejen a los indocumentados tranquilos y

se realice una reforma migratoria amplia, bienvenida sea la propuesta de

la candidata del Partido del Té, Michele Bachmann, a quien Univisión

también podría dedicar una investigación.

Tuesday, October 18, 2011

Una plegaria por Carolina del Sur

Por Rafael Prieto Zartha

Este sábado pasado caminé por Plaza Fiesta Carolinas, uno de los proyectos más bellos que se hayan concebido para presentar a la comunidad latina, hacer negocios y permitir que todos ganaran.

El centro comercial, que tiene calles con nombres de las naciones latinoamericanas, banderas con colores de los países hispanos, restaurantes donde se puede comer un cebiche ecuatoriano, un lomo saltado peruano, unos tacos al pastor mexicanos, queda en Fort Mill, Carolina del Sur, donde amenazan con implementar para el 1 de enero del próximo año la ley SB20, que es otra hija mal hecha de la SB1070 de Arizona.

Este fin de semana Plaza Fiesta era una verdadera fiesta. Los niños corrían por los pasillos, los televisores mostraban el gol del Chicharito en Inglaterra, y 300 obreros latinos visitaban una feria relacionada con la construcción.

Y me dio una tristeza horrible que una propuesta así de hermosa haya sido obstaculizada por el sentimiento antiinmigrante que aqueja a un sector de los políticos de ese estado, donde todavía flamea la bandera confederada en los predios de la Legislatura.

Carolina del Sur es un estado bello. Basta visitar Charleston y encontrarse con la historia o llegar a los cultivos de flores y duraznos que pululan, cerca de las autopistas.

Lo paradójico es que gracias a la gente que se quiere afectar con la SB20, el estado recibirá entre 500 millones y mil millones de dólares por haber logrado un representante a la Cámara adicional en Washington.

El paso de 95 mil hispanos en 2000 a 235 mil en 2010 significó la diferencia para que el estado, que tenía seis congresistas, ahora tenga siete, algo que no ocurría desde hacia ochenta años.

Afortunadamente la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) decidió retar a la SB20 en las cortes y esperamos que el resultado sea mejor que el de Alabama.

La SB20 permite que policía a averigüe el estatus de las personas que se tenga una “sospecha” de que sean indocumentadas y crea una Unidad de Combate a la Inmigración Ilegal como parte del Departamento de Seguridad Pública, que costará más de un millón de dólares.

Pero la SB20 fue solo la continuación de la Ley de Reforma de Inmigración Ilegal de Carolina del Sur, que se firmó en 2008.

Mediante esa normativa, Carolina del Sur fue el primer estado que vedó la entrada de estudiantes indocumentados a colegios comunitarios y universidades estatales.

La medida determinó que es un delito transportar o dar techo a indocumentados.

Además, mandó realizar acuerdos con el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) para que agentes locales procesen la deportación de indocumentados.

Esa ley eliminó la creación de las ciudades santuario, y estableció el E-Verify obligatorio para empresas públicas y privadas.

Ojalá la demanda de la ACLU prospere para que no se le pongan trabas al progreso y la diversidad.

Pero el meollo del asunto está en Washington, donde el gobierno federal, tiene que actuar para que el país no tenga una colcha de retazos de 50 normativas de inmigración diferentes.

Aunque es muy poco lo que se puede esperar de los políticos, incluso de aquellos que aspiran a la presidencia y que visitan a Carolina del Sur frecuentemente, como el afroamericano republicano Herman Cain, que en chiste o en serio recomendó electrificar la cerca de la frontera entre México y Estados Unidos para electrocutar a los que intenten pasar. Y la candidata Michele Bachmann que impulsa un doble muro.

Nadie quiere más indocumentados en Estados Unidos, lo que se pide es que los que ya están aquí, han trabajado duro y se han comportado bien, se queden. Que sitios como Plaza Fiesta Carolinas prosperen y no sea la terquedad y el odio los factores que obstaculicen a una iniciativa tan linda.

Monday, October 10, 2011

El barrullo de Univisión y el senador Marco Rubio

Por Rafael Prieto Zartha

Tal vez yo fui el primero en expresar públicamente inquietud por los nombramientos de Isaac Lee y Daniel Coronell en la dirección del área de información de la cadena de televisión Univisión y los demás brazos en radio e internet del conglomerado de medios de comunicación.
Al ser yo de origen colombiano, recibí una lluvia de críticas, por diferentes vías, de parte de mis connacionales, con términos que variaron desde la observación fraternal hasta el grito lacerante de “apátrida”.
Mi preocupación con la designación nunca cuestionó los antecedentes periodísticos del par de lumbreras, sino la inexperiencia del uno en televisión y de ambos en la cobertura de la comunidad hispana de Estados Unidos.
Le reiteré a Lee las razones de mi recelo personalmente, delante de un grupo de colegas, durante un encuentro imprevisto durante la conferencia de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos en junio pasado, en Orlando, Florida.
Lee desdeñó lo que le dije, expresando que él llevaba muchos años viviendo en Miami, a lo que le respondí que el Sur de la Florida no era exactamente el reflejo más exacto de los latinos radicados en el país.
Y es que Miami, aunque es el principal centro de información de habla hispana en Estados Unidos, si es diferente. Es como el mundo de Alicia en el País de las Maravillas, que contrasta con la tensión a mil que se vive en el resto del país, donde la presión antiinmigrante ha sido agobiante en los últimos años, y que se siente lejana de Bayside, Coconut Grove y South Beach.
Ahora estalló el embrollo de dimes y diretes con el senador federal Marco Rubio, que evidencia que la propuesta de cobertura de Lee, se mantiene por inercia en Miami.
Además del escándalo del asunto de Rubio, los informes investigativos de Univisión han tenido como foco a Latinoamérica con tópicos pertinentes a Venezuela, Cuba y Bolivia.
Desempolvar el caso de narcotráfico del cuñado de Rubio, ocurrido hace un cuarto de siglo, cuando el “niño bonito” hispano del Partido Republicano era un adolescente, fue una pifia.
La telenovela posterior ha estado entre lo divertido y penoso:
Que según el equipo del senador, Lee propuso que la historia del cuñado de Rubio tuviera un tono más leve a cambio de una aparición del político en Al Punto.
Que de acuerdo con Lee, lo anterior no fue verdad.
Que los candidatos presidenciales republicanos anunciaron un boicot a un debate televisado previsto por Univisión porque se intentó “extorsionar” a Rubio.
Que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó el boicot de los aspirantes republicanos.
Que Somos Republicanos de Arizona apoya a Univisión y condena a Rubio.
Que Rubio, quien fue comentarista político de Univisión, dijo que pensaba que la cadena era profesional.
Que los republicanos exigen disculpas y la cabeza de Lee.
Que lo que hay de por medio es un cobro de cuentas por la defenestración de cubanos que trabajaban para la cadena por parte del nuevo equipo de colombianos.
El tema ha sido tratado por periodistas tan serios como Manny García, ganador del Pulitzer, editor de El Nuevo Herald y presidente de la asociación de Periodistas y Editores de Investigación (IRE).
Lee se habría ahorrado todos los problemas solo exponiendo ante la teleaudiencia de Univisión que es lo que piensa Rubio en materia de inmigración.
La preocupación del senador por el dolor que la difusión de la historia de su cuñado le pudo causar a los suyos, es entendible.
Lo que no comprendo es su indolencia con los dos millones de inermes jóvenes indocumentados que podrían beneficiarse con el Dream Act, que él no apoya.
Lo que no puedo concebir es que descarte su respaldo a una reforma migratoria integral, que le aliviaría dolor a 11 millones de latinos, amenazados por la deportación.
La fibra de compasión con los inmigrantes, que tradicionalmente ha caracterizado a los legisladores federales de origen cubano que han llegado al Capitolio en Washington, es algo de lo que carece Rubio.

Tuesday, October 4, 2011

Alabama 2011: ¿Dónde está la sensatez?

Por Rafael Prieto Zartha

Las escenas imborrables de los perros con los colmillos afilados y los hocicos babeantes lanzándose feroces contra jovencitos de raza negra y policías con cascos repartiendo bastonazos, están registradas en las películas en blanco y negro, de lo ocurrido en el Parque Ingram de Birmingham, Alabama, en abril de 1963.

Tres días antes del suceso, el apóstol de los derechos civiles de los afroamericanos, Martin Luther King, había llegado a esa ciudad, a la que había calificado como “la más segregada del país”, y donde fue arrestado y en encarcelado para que en horas iluminadas escribiera su inolvidable “Carta desde una celda de Birmingham”.

King entendió que la única forma de cambiar la situación de los suyos, a los cuales se les discriminaba en todas las formas, era realizar actos de desobediencia civil.

El día de los perros, se efectuaba la segunda marcha pacífica de los niños, seres inermes a los que las autoridades trataron como criminales.

Ahora, 48 años después, allá mismo, en Alabama, la jueza federal, Sharon Lovelace Blackburn, entregó “de facto” una patente de corso, para que a los niños indocumentados hispanos de Alabama, en últimas, se les persiga como criminales, aún a los nacidos en territorio estadounidense, que son ciudadanos de este país.

“Todas las escuelas públicas primarias y secundarias en este estado, en el momento de la inscripción en la guardería o en cualquier grado en la escuela, deberá determinar si el estudiante inscrito en una escuela pública nació fuera de la jurisdicción de Estados Unidos o es hijo de un extranjero que está legalmente en Estados Unidos y califica para la asignación a una clase de Inglés como Segunda Lengua o de otro programa remedial”, dice la ley estatal antiinmigrante HB56, en el texto que aprobó la jueza para aplicar en el ardiente estado del Sur.

Al texto de la HB 56 solo le falta reglamentar que le quiten el oxígeno a los indocumentados

“Ganó la intolerancia. Los xenófobos republicanos, los miembros del Tea Party, los racistas, los miembros del Ku Klux Klan, los segregacionistas (esos que izan aún la bandera de los confederados y creyentes de la esclavitud) han de estar brincando de gusto ante la impertinente, inhumana e injusta decisión”, señaló en su editorial, Ignacio Guajardo, director general de Alabama Paisano, el periódico en español más importante de ese estado, con sede en Birmingham.

En su sentido escrito, Guajardo, pregunta: “¿Cómo imaginar al tal gobernador (Robert) Bentley como diácono de su iglesia Bautista, pregonando las bondades del cristianismo? y de seguir la palabra de Jesucristo que dijo claramente amarás y respetarás a tu prójimo como a ti mismo, sin condiciones de quién es, de dónde viene o qué hace. ¿Tendrá la vergüenza, Bentley, de pararse ante su comunidad religiosa este domingo y presumir que ha lastimado a más de 200,000 de sus hermanos en Cristo?”

Y agregó: “¿En dónde está la sensatez, en dónde la civilidad? Los seres humanos no pueden ser tratados como cosas, en donde un día los consideran indispensables para las faenas y al otro día los consideran indeseables”.

Es que Alabama fue el segundo estado del país de mayor crecimiento de población hispana del país en la última década, con un salto del 145%.

La comunidad hispana entera debe reaccionar por el veredicto en Alabama, que de ratificarse será un parte aguas que definirá el futuro de la situación de los latinos: Todos resultarán afectados, ciudadanos, residentes e individuos con otro estatus migratorio.

Estoy seguro que los “soñadores” y los activistas anglos con compasión estarán al frente contrarrestando la marejada antiinmigrante.

Más me preocupa la indiferencia de los 21 millones de votantes hispanos.

Como dijo el reverendo King en los sesenta: “Tendremos que arrepentirnos en esta generación no simplemente por las palabras odiosas y las acciones de las personas malas, sino también por el silencio espantoso de la gente buena”.

Tuesday, September 27, 2011

Algo huele mal en el estado de Tenesí

Por Rafael Prieto Zartha

Gracias a como las autoridades locales aplican las leyes de inmigración, el 5 de julio de 2008, la indocumentada mexicana Juana Villegas pasó por la humillante experiencia de dar a luz a su hijo Gael, esposada a una cama en un hospital de Nashville en Tenesí.

Villegas había sido detenida por una infracción de tráfico, en el suburbio de Berry Hill y fue procesada por la Oficina del Sheriff del condado de Davidson, mediante el programa de deportaciones 287g.

Dos años después, las autoridades se enfrentan al rasero de la justicia, tras el veredicto de un juez federal que determinó que los alguaciles violaron los derechos civiles de la madre y un jurado le otorgó 200 mil dólares de compensación por daños y perjuicios.

Sin embargo, el sheriff del Condado de Davidson, Daren Hall, ha decidido apelar los fallos de las cortes federales e insiste que sus agentes hicieron lo correcto con Villegas.

“Francamente, yo no creo que ella fue tratada inapropiadamente o inconstitucionalmente”, ha dicho Hall, sobre la crueldad.

No me imagino la ira que habría tenido el aguacil si la mujer a la que hubiesen encadenado de las extremidades superiores e inferiores, durante los dolores del parto, se hubiera tratado de su propia madre.

Pero, así son de “sensatos” algunos funcionarios locales a los que el gobierno federal les está permitiendo que actúen como oficiales de inmigración.

No solo la cordura le falla en Tenesí al alguacil, Hall, sino el mal también aqueja a los agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), que están procediendo como vaqueros desbocados del viejo oeste en ese estado.

El lunes 12 de septiembre la organización Latinos Unidos de Shelbyville, de una localidad al sur de Nashville, llevó a cabo una audiencia pública sobre perfil racial con la presencia de funcionarios del Departamento de Justicia (DOJ) y del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).

Durante la vista se presentó el estudio “La Constitución Olvidada”, preparado por la Coalición de Derechos de los Inmigrantes y Refugiados de Tenesí (TIRRC), que documentó el tratamiento especial que reciben los inmigrantes hispanos del Condado de Bedford, para acelerar la deportación de los que son indocumentados.

El informe constata que casi 40% de los detenidos por licencias de conducir en Shelbyville fueron hispanos, pese a que los latinos constituyen 20% de los habitantes de esa localidad. Además, señala que 4 policías realizaron el 62% de los arrestos de hispanos por infracciones de tráfico.

Cinco días después de la audiencia, el sábado 17, agentes armados de ICE recorrieron las áreas comerciales y los vecindarios latinos de Shelbyville, atemorizando a la población y llevando a efecto cuatro capturas de indocumentados.

Yo pasé el fin de semana previo a la audiencia de Shelbyville en Nashville y recorrí los barrios hispanos de esa metrópoli y de sus localidades aledañas.

Fui objeto de la generosa hospitalidad de los hispanos de esa ciudad, en la que vibra la música y es común ver a los transeúntes guitarra en mano, en busca de la gloria.

El viernes y sábado, la calle Broadway fue un hervidero de agitación, donde un Elvis de carne y hueso pidió que le pagáramos por tomarle la foto y cerca de allí una reencarnación de Michael Jackson danzó deslizando los pies como si caminara en la superficie lunar.

En esa zona, aliñada con el ritmo cadencioso y romántico de la música country, estuvimos en un restaurante en el que los meseros hacen bromas a los comensales.

A nuestro acompañante, de evidentes rasgos latinos, le escribieron en un sombrero de papel la leyenda insultante: “si lo encuentran, devuélvanlo a la frontera”

Antes de dejar Tenesí, de regreso a Carolina del Norte, tuve que hacer una “parada técnica” en la localidad de Monterey, que se promueve como el lugar “donde las cumbres de las montañas besan el cielo”.

Al salir del mingitorio, adherida a la ventana del expendio de hamburguesas, vi una calcomanía que decía: “Este empleador participa en (el programa de) E-Verify”.

Tuesday, September 20, 2011

Mi estatus de hispano de Estados Unidos

Por Rafael Prieto Zartha

Hace muchos años, estando en la terraza de un edificio de Quito, observando las nieves perpetuas de las siete montañas donde reposa el agua congelada, la chica con quien yo salía me preguntó porque yo contestaba que era “de origen colombiano” cuando me preguntaban por mi procedencia

Ella, ecuatoriana y patriota hasta los tuétanos, me recriminó diciéndome que lo lógico era que respondiera simplemente con un gentilicio claro: el de colombiano.

Le tuve que explicar que esa nacionalidad jamás la perdería, que estaba inscrita en mi sangre y mi corazón, que algunos de mis antepasados habían llegado a la Nueva Granada prácticamente con la conquista, que los otros habían sido nativos y que mi primer apellido es sin mayúscula: prieto, sinónimo de negro.

Acerca del ¿por qué? del uso de las palabras “de origen”, mi argumento fue sencillo, le recordé que para ese tiempo había vivido en Estados Unidos 13 años y que eso hacía que me sintiera más preocupado por las cosas que ocurrían en el país que habitaba, que las de mi Patria de nacimiento.

Ahí ardió Troya. Me calificó de traidor a América Latina, de cipayo de los norteamericanos y de ser un individuo sin identidad nacional.

Lo que le dije después le causó más molestia, le expresé que yo terminaría siendo: Un hispano de Estados Unidos.

Esa misma descripción, de quien soy, la ratifiqué públicamente durante un evento, que organizó la promotora cultural, mexicana, Lucila Ruvalcaba, en el viejo Museo Mint de Charlotte, Carolina del Norte, la ciudad donde radico.

Y es que llevo 32 años viviendo en Estados Unidos y decidí hacerme ciudadano estadounidense.

Adoró a este país. Detesto que hablen mal -por prejuicios preconcebidos- de esta nación y siempre expreso que las puertas son anchas para los que no les guste y se quieran ir y angostas para quienes desean entrar.

Celebro que en el preámbulo de la Declaración de Independencia se hable de la búsqueda de la felicidad, que una de las enmiendas a la Constitución garantice la libertad de expresión y que en el poema inscrito en las base de la Estatua de la Libertad, se reconozca que este es un país de inmigrantes.

Aquí encontré el norte de una causa justa, que es la defensa de los indocumentados, de bien, que viven inermes en la sombras de Estados Unidos, por lo cual recibo cibernéticamente latigazos constantemente.

Mi amiga María Peña, de la agencia EFE, me defendió hace unos días respondiendo a los ataques que me hacen: “Los inmigrantes que queremos a nuestro país adoptivo, criticamos y denunciamos injusticias o deficiencias precisamente porque, desde nuestras profesiones queremos construir un mejor país y ¿por qué no? un mejor mundo”.

He vivido en Los Ángeles, Nueva York, Miami, Washington y Charlotte, donde entendí el carácter de las comunidades mayoritarias, de los mexicanos, puertorriqueños y cubanos. Y no ha habido nacionalidad hispana con la que yo no haya tenido el privilegio de trabajar o tratar durante estas tres décadas de vivir en esta tierra de libertad.

Es más, a las hispanas que cometieron el desatino de quererme o soportarme les agradezco sus besos.

Hoy comparto la alegría de celebrar el Mes de la Herencia Hispana con mis 50 millones de compatriotas hispanos de Estados Unidos.

Deseo que tratemos de desarmar espíritus, de ser más tolerantes los unos con los otros, de repudiar a los latinos que sean rufianes, y que nuestros números de población no sean solo eso, sino poder político, poder económico, educación y responsabilidad cívica y social.

Thursday, September 15, 2011

Indocumentados y sin miedo

Por Rafael Prieto Zartha

El martes 6 de septiembre hubo más que una tormenta veraniega en Charlotte, Carolina del Norte, donde en la mañana se lanzó con cánticos y fanfarrias el conteo regresivo de la realización de la Convención Nacional Demócrata de 2012, en la que se prevé la postulación oficial del actual presidente Barack Obama para su reelección.

Poco después del medio día cayó un feroz aguacero, que eclipsó temporalmente el cielo charlotense, pero después se apareció un sol de esplendor.

Apenas acababa de difuminarse el vapor del asfalto de la calles, cuando un grupo de 200 muchachos, que se hallaba concentrado en una de las plazoletas del Colegio Comunitario Central Piedmont (CPCC), salió del plantel universitario saltando y gritando sonoros y firmes estribillos: ¡“Indocumentados y sin miedo”!, ¡“Educación, no deportación”!

En las camisetas variopintas de los manifestantes se leían las frases: “No permaneceremos en las sombras” y “Ya viene el sueño”.

Algunos portaron carteles con las leyendas: “Paren las redadas y las deportaciones”, “Acabemos con el temor”, “Los derechos de los inmigrantes son derechos humanos”, “Libertad para todos”, “No más mentiras, no más miedo”.

Caminaron un par de cuadras largas frente a los nuevos edificios de ladrillos rojos del CPCC, para posteriormente realizar una acción inédita en Charlotte: un plantón en plena vía pública, obstruyendo el tráfico de vehículos en una de las intersecciones más transitadas de la ciudad.

Siete jóvenes, de ambos sexos, colocaron mantas en el piso, se sentaron en la calle y no pararon de gritar consignas, mientras los conductores de los vehículos inmóviles hacían sonar las bocinas de sus carros.

El calor abrasador del Sur aumentaba la tensión que se respiraba en el ambiente.

La adrenalina se puso a mil con la llegada de radiopatrullas de la policía local, que repicaron sus sirenas e iluminaron intermitentemente el lugar con las luces azules y rojas de sus faros de alerta.

En seguida vino el momento del arresto.

Uno a uno, los autoproclamados “soñadores”, que abogan por la legalización de los estudiantes indocumentados a través del fallido proyecto del Dream Act, fueron esposados con bandas de plástico.

De las gargantas de los acompañantes de los jóvenes comenzaron a salir las letras de las canciones “No nos moverán” y “Yo quiero mi libertad ahora”, en una remembranza apabullante de la era de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en la década de los sesentas.

Minutos antes de ser detenida, Viridiana Martínez, una bella chica, cofundadora de la organización NC Dream Team, nos dijo a los periodistas, que la acción no era una coincidencia y que correspondía al lanzamiento de la convención demócrata, porque ese partido había creado “falsas esperanzas” a los inmigrantes.

Con lágrimas recorriendo sus mejillas criticó la política migratoria de la gobernadora norcarolina, Beverly Perdue, y aseveró que la senadora Kay Hagan “mató” los sueños de los estudiantes cuando votó contra el Dream Act, el año pasado.

El 6 hubo 15 arrestos, y luego se supo que 10 correspondieron a jóvenes indocumentados, que lo arriesgaron todo por su causa.

Se podrá cuestionar la acción de desobediencia civil de los Diez de Charlotte, pero nadie podrá negar que los mismos conceptos fueron empleados por Mahatma Ghandi, Martin Luther King y Susan B. Anthony en la búsqueda de sus objetivos.

Vergonzosa la cobardía de quienes comen gracias al sudor de los indocumentados y critican a los valientes muchachos, que se han plantado contra los programas de deportaciones Comunidades Seguras y 287g.

Esos jóvenes son unos héroes, no unos delincuentes comunes. No son asesinos, ni violadores, ni ladrones, ni tratantes de blancas. Ellos solo persiguen un sueño para sí mismos y para su comunidad inerme.