BITACORA

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Tuesday, December 28, 2010

Un pueblo callado, jamás será escuchado

Por Rafael Prieto Zartha

Ni perdón, ni olvido debe haber para aquellos que traicionaron o se opusieron a la legalización de los estudiantes indocumentados y mucho menos para los que sabotearon la posibilidad de una reforma migratoria integral en 2010 y tuvieron en sus manos la realización de un cambio positivo para el país.

Trás ese periodo maravilloso e increíble de la primavera de 2006, en la que la naturaleza florecía y los cantos multitudinarios de la gente clamaban con ilusión “si se puede”, el artista colombiano radicado en Charlotte, Edwin Gil, pintó un óleo lejano de su estilo característico sobre el tema.

En la obra, dominada fundamentalmente por el celeste y el blanco, se destacan las figuras de dos mujeres jóvenes, la perspectiva general nos regala una hilera de gente luciendo camisetas blancas y en el fondo aparece una bandera de Estados Unidos con sus barras y sus estrellas.

Edwin donó el cuadro a Mi Gente, el periódico de Charlotte que dirigí en esa época y del cual me he vuelto a encargar recientemente.

La pintura contiene un lema que debe convertirse en el punto de reflexión para que la población inmigrante y sus aliados actúen de ahora en adelante: “el pueblo callado, jamás será escuchado”.

De 2010 nos queda el sabor amargo del fracaso en alcanzar la aprobación del Dream Act que habría beneficiado potencialmente a alrededor de dos millones de jóvenes quienes eventualmente hubieran podido legalizar su estatus migratorio.

De este año ingrato, que muere, también queda en la memoria el 21 de marzo, cuando más de 200 mil personas se congregaron en la zona de monumentos de Washington DC para recordar la promesa que el presidente Barack Obama le hizo a la comunidad hispana, siendo candidato en 2008, de lograr una reforma migratoria integral en su primer año de gobierno.

Impresionante ver como las familias capitalinas, de tez blanca y ojos azules, le brindaban aplausos y agua a los peregrinos ataviados de blanco que caminaban de regreso al estadio Robert F. Kennedy, para tomar los autobuses y retornar a sus hogares.

Yo hice el recorrido en compañía de la productora de televisión María Ceballos, una profesional puertorriqueña que había viajado desde Atlanta, quien ese día emocionada expresaba optimismo de que el tema de la reforma migratoria fuera retomado en el Capitolio.

Infortunadamente, pese a los esfuerzos de los sectores pro inmigrantes, pudo más la cobardía de los legisladores y la reforma ni siquiera se trató.

Ahora que todo se perdió, no queda otra opción que insistirle al ejecutivo que frene las deportaciones y seguir los pasos de los soñadores que realizaron huelgas de hambre, plantones, protestas y caminatas kilométricas por su causa.

Esos muchachos emplearon las nuevas tecnologías, las redes sociales, Facebook, Twitter, Skype, el BlackBerry y otro tipo de teléfonos celulares en pos de su objetivo.

No se quedaron callados, chatearon, textearon y han prometido no permanecer en silencio. Han indicado que su lucha continúa.

Ojalá de la misma forma, en 2011, siembren la semilla del necesario movimiento de derechos civiles de los inmigrantes, que conduzca a generar conciencia nacional en pro de dar estatus migratorio a los más indefensos.

También les queda como tarea organizar a los votantes hispanos para las elecciones por venir, para que el voto latino tenga peso ante demócratas y republicanos, y se pase la cuenta en las urnas a los políticos traidores y a los intolerantes.

Se tiene que hablar fuerte para que el presidente saque del sombrero de cubilete, como los magos, una fórmula que le permita cumplir el compromiso que hizo y que ya falló en consumar en los dos primeros años de su mandato.

Tuesday, December 21, 2010

Recuperar los años perdidos

Por Rafael Prieto Zartha

Durante más de una década, el senador por Illinois, Richard Durbin, ha batallado con denuedo para lograr la legalización de los estudiantes indocumentados sin que sus colegas del Capitolio le hayan cumplido el anhelo de darle estatus migratorio a los jóvenes soñadores.
Este pasado sábado 18 de diciembre, otra vez las ilusiones de más de dos millones de muchachos y muchachas fueron despedazadas en el Senado en Washington al no lograrse los 60 votos para que el Dream Act pudiera seguir el camino de convertirse en ley.
La votación de 41 en contra y 55 a favor develó nuevamente el poco peso que tiene la comunidad hispana en el ámbito nacional para influir en las decisiones que toman los políticos en la capital del país.
Pese al crecimiento de ciudadanos latinos con capacidad de votar en todos los puntos de la geografía estadounidense, es claro que no nos tienen ni miedo, ni respeto.
La transmisión por televisión de la votación estuvo acompañada por un ambiente de suspenso con final fatal.
De la sesión quedó para la historia elogiar el coraje de los tres republicanos, que cruzaron la línea partidista y votaron a favor de continuar la moción de procedimiento.
Para condenar estuvo la actitud de los cinco demócratas que sufragaron en contra. Si simplemente hubieran dado el sí, el Dream Act habría sido una realidad, el presidente Barack Obama habría cumplido una porción de su promesa, y no hubiera quedado la impresión de que es un mandatario débil que no logra alinear a sus copartidarios a la agenda que se trazó como candidato.
El voto negativo que me causó más escozor fue de la senadora demócrata por Carolina del Norte, Kay Hagan, porque sufragué por ella en noviembre de 2008 y ayudé a su elección.
Para repudiar también estuvo la flaqueza de los cuatro senadores que no votaron y contribuyeron al hundimiento del proyecto.
En el momento en que se veía por televisión el anuncio desde Washington del rechazo al Dream Act, en Charlotte, la ciudad donde vivo, se desgajó una lluvia de gruesos copos de nieve y mi colega Patricia Ortiz, del periódico Mi Gente, escribió inmediatamente en Facebook : “el cielo está llorando”.
Las lágrimas también salían de los ojos de las estudiantes que esperaron la votación en Phoenix y Los Angeles y cuyos rostros de desencanto transmitió la cadena Telemundo.
El periodista Carlos Botifoll entrevistó a algunas de las jóvenes, que con las caras desencajadas, respondieron con firmeza que la lucha por lograr sus sueños continuará.
L a ilusión para ellas había sido inmensa pocos días atrás cuando la Cámara de Representantes aprobó la medida en instancia preliminar el pasado 8 de diciembre con 216 votos a favor y 198 en contra.
Pero ahora, con la horrenda realidad enrostrada, lo único que queda para esas chicas y esos muchachos que lograron la realización de millares de llamadas al Senado es organizar el movimiento de derechos civiles de los hispanos, mediante la red que ya han tejido de activistas a lo largo y ancho del país.
Ese movimiento tiene que marcarse el difícil objetivo de parar las deportaciones y eventualmente alcanzar una reforma migratoria integral, que no solo resuelva el problema de los jóvenes, sino la ilegalidad de sus padres, de los profesionales, de los empresarios, de los obreros y de los campesinos, que carecen de un estatus migratorio.
En estos tiempos revueltos hay que recuperar los años perdidos, repudiar y castigar democráticamente a los legisladores traidores e intolerantes y premiar quienes fueron solidarios.

Thursday, December 9, 2010

La invasión

Por Rafael Prieto Zartha

Los antiinmigrantes frecuentemente acuden a un patriotismo espurio para justificar su posición recalcitrante de repudio contra los indocumentados que se han afincado en el país.
Una referencia común es la sección cuarta del artículo cuarto de la Constitución: “Los Estados Unidos deben garantizar a cada estado de la unión una forma republicana de gobierno y proteger a cada uno de cualquier invasión”.
Esta visión fue esgrimida en 1994 por el ex gobernador de California, Pete Wilson, para sustentar sus reclamos contra el gobierno federal y promover la Proposición 187, que planteaba negarle a los inmigrantes indocumentados servicios sociales, servicios médicos y educación pública.
El cuento de la “invasión” aparece repetido en el variopinto abanico de portales de internet. Desde los más moderados hasta los más extremistas machacan la palabra invasión.
La abrumadora mayoría ignora cómo se dio el incremento de la población indocumentada después de que la ley de amnistía de 1986 legalizó a tres millones de inmigrantes clandestinos.
Paradójicamente, una de las narraciones más claras la hizo precisamente Mark Krikorian, director ejecutivo del restriccionista Centro de Estudios de Inmigración (CIS), productor por antonomasia de los reportes más implacables contra la inmigración “ilegal”.
El 15 de junio de 2000, durante una presentación ante el Subcomité de Inmigración y Quejas de la Cámara de Representantes, Krikorian contó:
“Cuando el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) llevó a cabo redadas durante la cosecha de cebolla Vidalia en 1998, el modesto numero de ilegales que logró detener fue eclipsado por los miles de ilegales que huyeron de los campos para evitar ser arrestados. En cuestión de horas, los empleadores y los políticos locales expresaron su disgusto, y para el fin de semana los dos senadores de Georgia y tres representantes (a la Cámara) enviaron una carta al fiscal general y a los secretarios de Trabajo y Agricultura criticando ferozmente la acción del INS por su ‘falta de consideración con los rancheros’”.
Durante esa primavera en Georgia, el director de distrito local de Inmigración suspendió totalmente las redadas, a petición de los cultivadores de cebolla, hasta que la cosecha fue recogida completamente.
Esa anécdota refleja la verdadera historia de la “invasión”, que se realizó con la connivencia de empleadores, políticos y autoridades gubernamentales, que favorecieron intereses económicos antes que respetar la ley.
Los 11 millones de indocumentados no aparecieron por arte de magia en Estados Unidos, ni la responsabilidad de su tan denunciada ilegalidad es enteramente suya.
No obstante, sería negligente desconocer que entre los millones de trabajadores inmigrantes honestos que se han radicado en Estados Unidos, no se han colado miles de manzanas podridas.
Al país han llegado bandidos con prontuarios registrados en las fichas penales de sus países, así como gente que aparece en la red virtual con nombres y apellidos completos por haber cometido fechorías.
Durante mis días de trabajo de reportero entrevisté a un centroamericano recién llegado que me contó que algunos criminales que él conoció se vinieron para Estados Unidos después de cometer delitos graves, para escabullirse de la justicia.
Un ex suegro mío, de origen sudamericano, que trabajó en el sistema penal de su país, llegó un día pálido a la casa, porque se topó en un restaurante de Nueva Jersey con varios de los reos más peligrosos que había visto en la cárcel.
Pero a Estados Unidos no solo han arribado los delincuentes comunes, también han aparecido los malandrines de cuello blanco: los políticos corruptos, los banqueros inescrupulosos y los militares abusadores.
Independientemente de la existencia de ese grupúsculo odioso, la campaña montada por los antiinmigrantes con el argumento de la “invasión” ha sido injusta y sus generalizaciones sobre los indocumentados inicua.
Infortunadamente, tal parece que para los inmigrantes honrados que ya desgastaron sus órganos vitales trabajando en este país, no habrá una segunda oportunidad en esta tierra.

Wednesday, December 1, 2010

La predicción de Jorge Ramos

Por Rafael Prieto Zartha

Durante la semana de Acción de Gracias me fui para ese cosmos único de la comunidad hispana de Estados Unidos que es Miami, una ciudad donde tuve la ventura de vivir y disfrutar cada instante durante siete años.

Llegando allí me estrellé nuevamente con ese mar azul precioso e interminable que exorciza los agravios y las intimidaciones irresponsables de quienes no comparten los conceptos que uno expresa públicamente, aún teniendo uno las evidencias por delante.

La ciudad con su calidez lanza señales mágicas de optimismo a través de las palmeras, las lagartijas, las casas pintadas de tonos de color pastel, los tejados de barro y las ocasionales glorietas y aceras adoquinadas.

Miami también invita inevitablemente a refugiarse en lo más cercano a los propios orígenes, a una epidermis tersa y compatriota que cante las baladas románticas que transmiten sin descanso las emisoras en el imperio del sol.

Además, está el murmullo abrumador de los acentos de cubanos, colombianos, venezolanos, argentinos, peruanos y nicaragüenses que hablan fuerte, sin complejos.

Antes del “día del pavo” los latinos atiborraron los supermercados y el viernes negro repitieron la acción en lugares como el Best Buy de El Doral, como si este país, jamás hubiera vivido una crisis económica recientemente. Todos jugaban con los “gadgets” ofertados, como niños con chupeta nueva.

Nadie pensaba esos días en recesión de dinero en la tierra del recién electo senador republicano Marco Rubio. Ante tal incongruencia me fui a encontrar con Jorge Ramos, el conductor del Noticiero Univision, para aterrizar y volver a la cruda realidad.

Creo vamos a estar viviendo una de las peores épocas para los inmigrantes en la historia moderna de este país, porque no va a haber reforma migratoria, va a seguir aumentando el número de indocumentados, va a haber cada vez más leyes antiinmigrantes, van a seguir culpando a los indocumentados de crímenes y de la crisis económica. Y lo que vamos a vivir va a ser una verdadera pesadilla para los indocumentados”, me dijo Ramos, aseverando que los dos años próximos van a ser terribles.

El periodista tiene razón, mi conclusión es que hemos quedado bajo el imperio de los más intolerantes, de los hombres de cromañón, de los trogloditas, que ganaron la partida y no basta llorar. Los amotinados del té, los antiinmigrantes no pueden tener la razón, ni imponerla.

La cuestión migratoria se ha convertido en la nueva lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Este país se fundó bajo el principio de que todos somos iguales y actualmente en Estados Unidos no todos somos iguales. Hay 11 millones de personas que son tratadas como inferiores, que son discriminadas, que son perseguidas. Eso hay que denunciarlo día a día. Y pelearlo día a día”, agregó Ramos.

Se viene una pesadilla, pero también el desafío de confrontar las injusticias y los amagos de constreñir los derechos con restricciones inaceptables. Se tiene que responder con las armas de los hombres libres que desarrollan acciones pacíficas. Con las actitudes de Gandhi, de Martin Luther King y Cesar Chávez.

A los inmigrantes están a punto de despojarlos de todo. Lo único que no pueden perder ellos, ni los que los apoyamos, es la dignidad. No debemos permitirlo.


Friday, November 26, 2010

La mentira


Por Rafael Prieto Zartha


Yo era apenas un adolescente imberbe cuando del televisor en blanco y negro salían las notas de una canción mexicana que impactaba a Colombia, con el sello inigualable de la pubertad de las telenovelas mexicanas.

La composición, que hacía las veces del tema de la telenovela La Mentira, era del célebre compositor mexicano Álvaro Carrillo, con una letra apasionante y la voz, si no me equivoco, de Javier Solís:

“Se te olvida que me quieres a pesar de lo que dices pues llevamos en el alma cicatrices Imposibles de borrar. Se te olvida que hasta puedo hacerte mal si me decido pues tu amor lo tengo muy comprometido, pero a fuerzas no será. Y hoy resulta que no soy de la estatura de tu vida y al dejarme casi, casi, se te olvida que hay un pacto entre los dos. Por mi parte te devuelvo tu promesa de adorarme, ni siquiera sientas pena por dejarme, que ese pacto no es con Dios”.

Habría sido esencial que el liderazgo demócrata hubiera vivido mi experiencia con la telenovelística mexicana y su música para entender la insatisfacción de sectores de la comunidad hispana con sus acciones, que hasta ahora han dado al traste con cualquier solución para un problema evidente y solucionable.

Cómo le hubiera sentado de bien a la casi ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, entender que era preferible haberse jugado su puesto y los de su bancada por los votantes latinos, que darle gusto a los perros azules, los conservadores demócratas, a los que pertenece el ex futbolista Heath Shuler, el antiinmigrante por excelencia del Partido Demócrata.

Aparte de sus declaraciones de supuesta solidaridad, Pelosi nunca movió realmente un pelo para impulsar la reforma migratoria.

Todo fueron palmaditas en la espalda, como las que recibimos durante dos años de la actual administración presidencial, sin una acción concreta.

Ahora que el Partido Demócrata perdió el control de la Cámara de Representantes, que la mayoría demócrata no es absoluta en el Senado, Pelosi ha dicho que quiere impulsar la legalización de los estudiantes indocumentados.

El líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, a quien los latinos de Nevada le salvaron las barbas en los comicios del 2 de noviembre, ha reiterado que volverá a presentar el proyecto del Dream Act, en la sesión corta de fin de año.

Tarde están moviendo los líderes demócratas el asunto para congraciarse con la comunidad latina, a la que con su indiferencia dejaron al garete de la incertidumbre y a uno de sus sectores más amplios al borde del abismo de la deportación.

Nuevamente tenemos que apostarle al milagro de que por fin en Washington los políticos hagan algo por la población más vulnerable que habita el país.

Y nuevamente los votantes latinos deben tener en cuenta la posición del senador republicano por Texas John Cornyn, quien ya anunció oposición a la legalización de los jóvenes soñadores.

Cornyn ha sido un político que de dientes para afuera ha expresado favorecer a la comunidad hispana y en alguna ocasión se pronunció a favor de una reforma migratoria integral, pero la verdad es que es un individuo que en ese tema ha actuado tan falsamente como una moneda de tres dólares.

Pertenece al mundo del embuste y lo terrible es que haya quienes coman sus cuentos.

A él y a otros legisladores de ambos partidos les caería como anillo al dedo eso que aparece en el Libro de Juan: “Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira”.

Friday, November 19, 2010

El lúgubre destino de las ratas

Por Rafael Prieto Zartha

Para los que creen que la actitud contra los indocumentados carece de tintes de profundo desprecio, en estos días el representante republicano a la Cámara estatal de Tenesí, Curry Todd, espetó una perla imborrable.

Todd comparó a los padres inmigrantes con ratas. Dijo exactamente: “pueden multiplicarse como ratas”, durante una sesión de un comité fiscal en la que se discutían los costos de atención prenatal para los futuros ciudadanos estadounidenses.

Infortunadamente esa es la visión de algunos políticos sobre esa masa de gente que carece de estatus migratorio a la que poco falta para que se le coloque el mote de desechable.

Hace dos años en Charlotte, Carolina del Norte, el comisionado republicano Bill James comparó a los indocumentados con “prostitutas y vendedores de drogas”, en el marco de una discusión sobre si los indocumentados pagan impuestos o no.

En esa ocasión fueron muy pocos los que levantaron su voz de protesta contra esa impertinencia y presiento que la defensa de la población inmigrante se irá esfumando con el tiempo. Me temo que la andanada de ataques va a ser imparable en el futuro inmediato.

Quienes creen que la postura de algunos políticos no contiene dosis de racismo contra los inmigrantes sin papeles está la versión “mejorada” de la ley SB 1070 de Arizona que propone el representante republicano estatal de la Florida, William Snyder, para su estado.

El articulado de su proyecto excluye de ser criminalizados a los canadienses y a los portadores pasaportes de países a los que no se exige que sus ciudadanos tramiten visas.

La lista de países es muy diciente: Alemania, Andorra, Australia, Bélgica, Republica Checa, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Inglaterra, Islandia, Irlanda, Italia, Letonia, Liechtenstenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Mónaco, Nueva Zelanda, Noruega, San Marino, Suecia y Suiza, que claramente son naciones donde prevalece la raza blanca. De Asia figuran en el inventario Corea del Sur, Japón, Singapur y el sultanato de Brunei.

Los ciudadanos de España y Portugal están cobijados por el beneficio de exclusión de visa.

Dos países de Sudamérica que contaban con esa preferencia fueron sacados del programa, que permitía que sus nacionales ingresaran a Estados Unidos con solo presentar el pasaporte, sin tener que pasar por una evaluación detallada de funcionarios consulares: Argentina en 2002 y Uruguay en 2003.

Así que la versión floridana de la ley de Arizona tendrá como objetivo “a los de poncho”: mexicanos, centroamericanos, sudamericanos y caribeños.

El proyecto de Snyder se discutirá en el marco de una Legislatura en la que hay 28 senadores estatales republicanos contra 12 demócratas y 81 representantes estatales republicanos contra 39 demócratas, y un gobernador republicano.

Los resultados de las elecciones del 2 de noviembre anticipan que versiones “mejoradas” de la ley de Arizona puede multiplicarse a estados donde algunos políticos habían expresado interés por imponerla y las dos cámaras quedaron en control republicano con una ventaja significativa de integrantes.

Esto ocurrió en Alabama, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Idaho, Indiana, Michigan, Minnesota, Misuri, Ohio, Oklahoma, Pensilvania, Tenesí, Texas y Utah.

Nuevamente quiero reiterar lo que es mi posición en el asunto migratorio: Estados Unidos no tiene porque recibir a todos los pobres del mundo y tiene el derecho como nación soberana de establecer las regulaciones que considere apropiadas.

Abogo por los 11 millones de indocumentados porque tanto los políticos, como los empresarios, como los mismos inmigrantes se hicieron los de la vista gorda y le hicieron trampa a la ley de amnistía de 1986 para su propia conveniencia.

El problema migratorio podría haberse resuelto políticamente, descartando el apego a la “legalidad”, porque lo que hizo Hitler y lo que hace Hugo Chávez tiene el amparo de la “legalidad”.

No creo que todos los demócratas estén libres de culpa de la Apocalipsis que estaremos viviendo en materia migratoria.

Pero eso sí, pueden estar seguros que actuaré con las teclas de mi computadora cuando a los indocumentados les comparen irresponsablemente con ratas, prostitutas o narcotraficantes.

Wednesday, November 10, 2010

Triunfaron los demonios

Por Rafael Prieto Zartha

Después de la tunda horrible que los republicanos le propinaron a los demócratas en las elecciones de medio término del pasado martes 2 de noviembre, me he quedado grogui. La perspectiva de que no habrá reforma migratoria y 11 millones de personas pasarán inexorablemente del actual limbo a la vereda de la deportación me carcome los huesos.

Yo, el optimista sin remedio, me he quedado desolado al reconocer que la ley de inmigración integral se esfumó y que lo mismo pasará con el sueño de la legalización de los estudiantes indocumentados. Me he quedado devastado al ver claramente con mis ojos cansados que no hay ningún rayo de luz al final del túnel.

Lo que habría podido ser una situación plena de parabienes en el umbral de la cosecha, con mayoría demócrata en las dos cámaras y un presidente amarrado por promesas que no cumplió, se pudrió.

El panorama es el infierno, pletórico de sanguijuelas y sabandijas. Finalmente, triunfó el mal sobre el bien. Así pasa cuando el pueblo traga entero y el responsable es él mismo, que no entiende, ni quiere entender las consecuencias, ni mucho menos avizorar el luctuoso futuro.

Esos que hipócritamente se acicalaron como patriotas, vistieron coloridos trajes independentistas, acomodaron en sus cabezas pelucas del estilo de los setenta del siglo XVIII, esos que se apropiaron del título de amotinados del té: ganaron.

Lo peor es que los votantes dejaron que ingresaran en sus hogares con su indumentaria de mansas ovejas y no les importó que lanzaran veneno por sus bocas pútridas. No les importó que dijeran mentiras. No les importó que inventaran verdades a medias. No les importó su oscura relación con el racismo y el odio. No les importó que volvieran añicos la transparencia. No les importó su inestabilidad e irresponsabilidad política.

Los electores justificaron todas las explicaciones de los satanes que demonizaron a los más inermes, a los indefendibles, a los acusados de la ilegalidad, a los convidados de piedra, a esos atados a múltiples falencias innegables, a los esposados por todas las desventajas.

El fantasma de la ley SB 1070 de Arizona multiplicada en varios estados se avecina como realidad, así como el torrente de medidas federales, estatales y locales contra los inmigrantes que viven en las sombras.

No obstante, los comicios dejaron como legado que el corazón prístino de los hispanos salvó al Partido Demócrata de la debacle total en California, Nevada y otros puntos del país.

En el condado de Mecklenburg, donde yo estoy radicado, en Carolina del Norte, seguramente el desglose de la votación arrojará que el sufragio latino contribuyó a que la Junta de Comisionados, el organismo local más poderoso, no cayera en manos de los antiinmigrantes más cerreros.

Lo que apena, lo que aflige, lo que acongoja, lo que abate es el porvenir magro, prodigo de lacerantes espinas y pedruscos afilados.

Aún así, mi ilusión la proyectó en Atlanta, Jerry González, secretario ejecutivo de la Asociación de Funcionarios Latinos Electos de Georgia (GALEO), teniendo como testigo a la periodista de CNN, Inés Ferré, durante un encuentro de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ).

González anticipó, que dadas las terribles circunstancias actuales, brotará un movimiento histórico y valeroso de derechos civiles de los latinos, que eventualmente le dará vuelta a la tortilla. Estoy seguro, en mi abrumador desconsuelo, que su profecía encarna un largo y escabroso trecho de sufrimiento y paciencia, pero que también es viable. Como me dijo en un día iluminado, una venerable mujer con su infinita sapienza: ¡Estamos vivos!

Thursday, November 4, 2010

Somos mansos, pero no mensos

Por Rafael Prieto Zartha

Independientemente de los resultados de las elecciones de este martes 2 de noviembre, la vida para los 11 millones de indocumentados que están radicados en el país continuará marcada por incertidumbre y dolor.

Las autoridades de inmigración proseguirán su tarea de expulsar del país a casi medio millón de inmigrantes al año y los programas de deportaciones 287g y Comunidades Seguras seguirán en pie.

Los antiinmigrantes insistirán en que el cáncer que es la ley SB1070 de Arizona haga metástasis en otros estados y abogarán para que se abrogue la Enmienda 14 de la Constitución, con el objetivo de negarle la ciudadanía a los hijos de los indocumentados.

Habrá quienes se refieran a la necesidad de una reforma migratoria integral, ya bien porque lo creen honestamente, por demagogia o por congraciarse con la comunidad hispana.

La administración del presidente Barack Obama, con menos respaldo en el Capitolio, reiterará que favorece la reforma, pero que necesita votos republicanos.

Los republicanos contestarán con dos voces, unos dirán que Obama no ha hecho lo suficiente para lograr la reforma y los otros ratificarán: ¡Amnistía, nunca!

Este panorama gris sobre el tema migratorio fue el que se vislumbró durante una conferencia regional de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ), que se realizó en Atlanta, antes de los comicios de medio término.

Durante una discusión titulada el Poder del Voto Latino, el representante estatal de Texas, Pete Gallego, soltó una frase palmaria sobre la respuesta que los hispanos deben dar a la indiferencia con la que están siendo tratados por los políticos: “somos mansos, pero no mensos”.

La verdad es que como la comunidad latina es mansa los políticos la tratan como mensa.

Por eso la reforma migratoria no se aprobó en 2007, por eso ya están a punto de pasar dos años de gobierno de Obama y el asunto quedó en nada.

Durante la misma sesión sobre el voto latino, Jerry González, secretario ejecutivo de la Asociación de Funcionarios Latinos Electos de Georgia (GALEO), anticipó que lo que se viene, sin haber reforma, es el desarrollo de un movimiento nacional de derechos civiles de los hispanos.

González pintó a la comunidad inmigrante como una población desvalida y a una comunidad hispana establecida que tiene que hacer valer sus derechos, como lo hicieron los afroamericanos en la década de los sesenta.

Ojalá ese movimiento se constituya y sin miedo cree una atmósfera propicia para resolver el problema migratorio y a la comunidad latina se le respete en todos los ámbitos.

Se trataría de trocar el dicho del representante Gallego y transformarlo en: “no somos mansos, ni mensos”.

Sobre el papel de los medios de comunicación, Juan Carlos López, corresponsal de CNN en Washington, invitó a los periodistas a no tragar entero respecto a las cifras que ofrecen los portavoces oficiales o cómo y quién elabora leyes como la de Arizona.

López cuestionó la forma como el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) presentan las cifras de indocumentados a los que clasifican como criminales.

Igualmente, recordó que la SB 1070 de Arizona fue escrita fuera de ese estado por grupos que están en contra de los inmigrantes.

Mejor dicho, que los periodistas tampoco podemos ser “ni mansos, ni mensos”.

Wednesday, October 27, 2010

La terquedad

Por Rafael Prieto Zartha

Pese a los pavorosos resultados de abogar por una reforma migratoria integral, el congresista Luis Gutiérrez sigue insistiendo en ella.

Hace unas semanas estuve en Miami participando en un foro con él y con Gonzalo de la Melena, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Arizona, dónde volvió a insistir en el tema.

También semanas atrás lanzó desde Chicago su iniciativa de apoyar a los candidatos que disputarán escaños el próximo martes 2 de noviembre y que se han comprometido a arriesgar su carrera política dando su mano a esos “indeseables” en que los antiinmigrantes han convertido a los indocumentados.

Me sorprende que todavía haya políticos que se jueguen en pellejo por los más indefensos, esa comunidad inerme que debería contar sin restricciones con el respaldo de los latinos.

No obstante, los hispanos a la hora de votar tienen el tremendo defecto de no hacerlo en los números que corresponden porque el “quemimportismo” lo supera todo.

No nos digamos mentiras, los votantes latinos no votan en bloque como lo hacen los afroamericanos en pos de un objetivo.

“Nos falta mucho pelo pá moña” para tener la autoridad que deberíamos ejercer en el país con las cifras que hemos acumulado de electores, especialmente en unas elecciones de medio término.

Yo lo digo por la ciudad donde vivo, Charlotte, donde hay casi 13,000 votantes latinos, que podrían cambiar el curso de cualquier elección de medio término.

Pero ¿cuál es la actitud? Después de las elecciones de noviembre de 2006, que también fueron de mitaca, escribí una columna en el periódico local Mi Gente recriminando a los votantes hispanos. La titulé: “¿Por qué los hispanos somos pendejos?” y no me arrepiento. Es más, la Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas (NAHP) le otorgó el Premio José Martí en Bronce.

Yo contaba que sólo 829 hispanos de los 4,785 registrados votaron en esa ocasión y admonisaba: “No hay excusas para los 3.956 hispanos que se quedaron muy apoltronados en sus casas viendo caer la lluvia en lugar de usar el privilegio de votar”

Y es que es que a veces parece vacío el lema de “su voto es su voz” con el que se llama a los latinos a actuar porque prefieren la mudez.

Entre tanto los guarismos de votantes hombres republicanos blancos marcaron un récord en los tres primeros días de elecciones anticipadas en Carolina del Norte.

En uno de los condados de mayor votación, el de Brunswick, las mujeres republicanas blancas encabezaban los votos.

Mi deseo es que los latinos despierten de su marasmo, imiten en las urnas a los que quieren la deportación masiva de los indocumentados, y expresen un mínimo de dignidad.

Yo que he estado encabritado con los demócratas por no haber hecho lo suficiente para lograr una reforma migratoria integral, abogo porque se vote por los candidatos de ese partido.

Un niño de 13 años me convenció, Anthony Campillo, quien durante una presentación ante la Junta de Comisionados del Condado de Mecklenburg, le exigió al comisionado antiinmigrante Bill James que tuviera modales, lo mirara a la cara y dejara de jugar con la computadora.

Después de su intervención, los comisionados demócratas dieron una demostración real de solidaridad con la comunidad inmigrante, dando una reprimenda a James.

No le estoy firmando un cheque en blanco al Partido Demócrata, porque muchos de sus funcionarios de elección popular nos han decepcionado. Pero, sí preferiría que la catástrofe del 2 noviembre no tenga las proporciones que prevén los áulicos del Tea Party.

Yo prefiero la terquedad del congresista Luis Gutiérrez, que es la misma mía, continuar haciendo sonar los tambores a favor de una reforma migratoria integral que legalice a los indocumentados.

Tuesday, October 12, 2010

400 mil deportados

Por Rafael Prieto Zartha

Con el desparpajo que la caracteriza, la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, dio a conocer el pasado 6 de octubre la cifra de deportaciones, correspondiente al año fiscal de 2010, que concluyó el pasado 30 de septiembre, sin que hubiera sorpresa en que constituyera un récord histórico.
El guarismo fue de 392,862, muy cercano al objetivo de 400,000 fijado en memorandos internos por funcionarios del Servicio de inmigración y Aduanas (ICE).
De esta forma, Napolitano confirmaba que se rompía la marca histórica impuesta por ella misma para el año fiscal de 2009, en el que 389,834 individuos fueron expulsados del país.
Lo segundo de lo que se ufanaba la funcionaria de la administración de Barack Obama, era el “supuesto” número oficial de indocumentados criminales sacados de Estados Unidos, que dijo habían sido 195,772.
Con la experiencia vivida en Charlotte, con el programa de deportaciones 287g, realmente tengo dudas acerca de la precisión de los datos de “criminales convictos” que le entregaron para que leyera la secretaria de Seguridad Nacional.
Con bombos y platillos en el otoño de 2006, el ex sheriff Jim Pendergraph del condado de Mecklenburg celebró la puesta en deportación de los primeros mil “criminales” detectados en la principal cárcel de Charlotte.
A la conmemoración fue invitada Julie Myers, jefa del ICE, del gobierno de George W. Bush.
No obstante las mismas cifras del sheriff reflejaban que sólo 31 de los deportados eran criminales reales o “aggravated felons”.
El resto de los expulsados eran individuos acusados de diferentes delitos e infracciones, pero que no habían sido juzgados o mucho menos habían cumplido penas en las prisiones del país después de ser sentenciados.
El término criminal se usó de una forma tan frívola que se le podría aplicar a cualquiera, incluyendo a los capturados por cometer infracciones de tráfico.
Me temo que con las cifras de Napolitano este pasando lo mismo.
Para causar impacto mediático, ICE suele sumar la cifra de individuos detenidos por delitos graves o “felonies”, que se clasifican como de primer nivel, con el número de los arrestados por delitos menos serios y delitos menores o “misdemeanors”, que se clasifican como de segundo nivel.
Esta vez fue así: Alrededor de 64,000, efectivamente correspondieron al nivel 1 y los otros 131,000 al nivel 2.
Cuestionable, que el montaje de los números siempre se haga de esa manera y que el público general se lleve la impresión de que cifras tan altas de indocumentados correspondan a criminales.
Lo otro cuestionable es que se atribuya al programa de Comunidades Seguras el tremendo éxito de la expulsión de los indocumentados criminales.
Comunidades Seguras, es un 287g perfeccionado en el que el gobierno federal está gastando miles de millones de dólares y se anticipa que para 2013 este operando en todos los centros de detención del país, más de 3,000.
El programa de Comunidades Seguras, que permite verificar el estatus migratorio de los que ingresan por cualquier motivo a las cárceles del país, comenzó a aplicarse en Texas en 2008 y hoy funciona en más de 600 lugares del país.
Conjuntamente con el 287g, Comunidades Seguras ha tenido consecuencias devastadoras para la población indocumentada radicada en Estados Unidos, que ha estado esperando sin éxito un alivio migratorio.
Millares de personas, a las que el rótulo de criminal no les cabe, han sido deportadas.
Los dos programas han sido motivo de estudios que desmadejan la cruel realidad de que se trata de sistemas de deportación masiva con múltiples falencias.
Una muestra de esos reportes han sido los realizados por la investigadora Michele Waslin, del Centro de Política de Inmigración (IPC).
Entre tanto los grandes medios, tragan entero y le hacen coro al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) sin cuestionar las cifras, ni tampoco los cargos, los procesos y las sentencias que se atribuyen a la mayoría de los expulsados.

Wednesday, September 29, 2010

La lista de James

La perfidia contra los inmigrantes indocumentados no para y lo espantoso es que no hay quien le ponga freno a quienes los consideran un objetivo fácil en épocas previas a los comicios electorales novembrinos.

En el condado de Mecklenburg, donde se localiza Charlotte, la ciudad más populosa de Carolina del Norte, un funcionario público está pidiendo que el Departamento de Servicios Sociales local entregue al Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) la lista de padres indocumentados que han solicitado asistencia para sus hijos nacidos en Estados Unidos.

Se trata Bill James, integrante por el Partido Republicano de la poderosa Junta de Comisionados del Condado, quien en 2008 comparó a los indocumentados con “prostitutas y narcotraficantes”.

Esta vez, James propone mediante la influencia de su cargo hacer lo que hicieron ilegalmente en Utah un par de burócratas irresponsables: intentar lanzar a seres inermes al abismo de la deportación.

De acuerdo con James, el sistema computarizado utilizado por el Condado para detectar “ilegales” estableció que hay 5.635 inmigrantes sin papeles que reciben ayuda pública a través de sus hijos estadounidenses, a los que él califica de “niños ancla”.

Y lo peor es que sugiere que esos padres pueden ser un problema para la seguridad nacional.

“¿Cómo sabemos que no son terroristas vi­viendo del dinero de las ayudas federales del Departamento de Servicios Sociales?”, ha expresado James.

El comisionado pretende desconocer la Enmienda 14 de la Constitución que garantiza la ciudadanía a todo aquel que nace en territorio estadounidense y por ende su derecho a recibir los servicios que el gobierno provee y por los que pagamos con nuestros impuestos todos los contribuyentes.

Su queja amarga es que las leyes federales y estatales vedan la entrega de información acerca de esos progenitores a las autoridades migratorias.

No obstante, él insiste e introducirá su propuesta el próximo 5 de octubre en el pleno de la Junta condal.

James peca de omisión cuando no menciona por ningún lado que desde 1996 a los indocumentados se les prohíbe por ley federal recibir Welfare, estampillas de comida, Medicaid y la mayoría de los beneficios públicos.

Precisamente James revela en su esfuerzo para armar sus argumentos contra los inmigrantes sin estatus que a 139 solicitantes les fueron negados los servicios por ser inelegibles, porque no pasaron la prueba del detector de indocumentados del Condado de Mecklenburg.

El conservador Instituto Cato dio a conocer en agosto pasado un documento en el que claramente se demuestra que los indocumentados no vienen a Estados Unidos en busca de beneficios públicos sino de trabajo.

El reporte señaló que en el país sólo 6.2 por ciento de los extranjeros con estatus legal o que tienen hijos que califican solicitan cupones de alimento.

Pero ¿Qué busca James con este nuevo lance?

La respuesta es sencilla: crear un ambiente hostil contra los indocumentados y pescar en rio revuelto para consolidar la mayoría republicana en la Junta de Comisionados local, que hoy no controla su partido.

El asunto es que James, de facto será reelegido como comisionado por octava ocasión en las elecciones del 2 noviembre, porque el Partido Demócrata fue incapaz de ponerle un contendor.

Lo paradójico es que representa al distrito de Mecklenburg que concentra el mayor número de votantes hispanos, que con su apatía política habitual casi nunca hacen ninguna diferencia.

Entre tanto, los indocumentados de Charlotte siguen siendo deportados día a día por el programa 287g, al que los comisionados demócratas de la Junta Condal no se han atrevido ni a tocarle un pelo.

Monday, September 20, 2010

No se puede

Por Rafael Prieto Zartha

Ojalá Dios nos haga el milagro y el Dream Act se convierta en ley mediante la propuesta del senador Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en el Senado, de incorporarla al proyecto del presupuesto de Defensa.

La legalización de los estudiantes indocumentados sería el logró de 2010 para una población inmigrante que vio como se desvanecieron las posibilidades de lograr una reforma migratoria integral, mientras que las deportaciones y los programas de expulsión del país, como Comunidades Seguras y 287g crecieron a pasos agigantados.

Mientras los políticos en Washington hacen cuentas de que es lo que les conviene hacer en noviembre para no perder sus puestos, la gente se está yendo de regreso a México y Centroamérica con sus hijos nacidos aquí porque las oportunidades de trabajo se han cerrado y las licencias de conducir han caducado.

Hay quienes han dejado sus propiedades y la vida entera que habían construido en suelo estadounidense.

Hasta el momento, el juicio de la historia señala que, quienes le prometieron a la comunidad hispana que habría una reforma migratoria integral, sencillamente: fracasaron. Que quienes durante años dijeron ser amigos de los latinos, los traicionaron.

El 15 de septiembre, en un emotivo discurso durante la celebración de la trigésima tercera gala anual de Comité Congresional Hispano (CHC), el presidente Barack Obama culpó los republicanos de bloquear la reforma migratoria y otras iniciativas a favor del pueblo estadounidense. “Su plataforma, aparentemente es: no se puede”, dijo el presidente.

Respecto a los cambios en las leyes migratorias, el mandatario expresó: “Cuando millones de inmigrantes permanecen en las sombras de nuestra sociedad, no sólo es un problema latino, es un problema de Estados Unidos. Tenemos que resolverlo”.

Infortunadamente, es el mismo cuento que echó, en enero de 2004, su antecesor, George W. Bush, diciendo que había que “sacar a millones de hombres y mujeres trabajadores de las sombras de la vida estadounidense”.

La pura verdad es que ni demócratas, ni republicanos, le han cumplido a los hispanos. La diferencia es que unos le tratan de dorar la píldora a la comunidad latina sin que nada se concrete, y los otros han abordado sin tapujos la política del no.

En estos tiempos de Mes de la Herencia Hispana y de bicentenarios hemos estado escuchando el mismo bla… bla… bla…, de los aportes de los latinos a este país, y los cocteles y ceremonias irán y vendrán sin que en el trasfondo realmente se ejecute una acción de respeto a una comunidad que le ha sido leal a los líderes latinos de ambos partidos.

Ahora el senador demócrata, Bob Menéndez, habla de presentar el proyecto de reforma migratoria en la Cámara Alta durante la sesión en curso. La pregunta es: ¿No será un poco tarde?

Mi impresión es que todos están tratando de salvar la cara para el 2 de noviembre, para ablandarle el corazón a los votantes hispanos, que no rezongan como los afroamericanos o los judíos, cuando consideran que se les están incumpliendo promesas o hay un desvío de la política que les conviene.

Ojalá me equivoque y celebremos la aprobación del proyecto Dream Act, y el senador Menéndez saque la reforma migratoria adelante. Habría un aliciente para votar.

Si pasa cualquiera de las medidas, me comprometo a hacer un acto de contrición por tener dudas, reconocer mi error y afirmar públicamente que en una tarde se septiembre de 2010 me dediqué a escribir una monserga sin sentido alguno.

Wednesday, September 15, 2010

¿Qué parte de inmoral no entienden?

Por Rafael Prieto Zartha

Nota: Los ataques de terroristas de 2001, constituyeron el punto de partida para una corriente de rechazo a los inmigrantes y los indocumentados. Al respecto, en 2006, escribí una columna que no ha perdido vigencia:

Los nombres de Antonio Javier Alvarez Barragán, Manuel Asitimbay o Margarito Casillas pueden no significar nada para los antiinmigrantes que aborrecen a los indocumentados y hablan de construir el muro en la frontera con México. Sin embargo, son muy importantes.

Alvarez Barragán vino a Estados Unidos de un pequeño pueblo llamado Santa Ana Ahuatempan, en el estado mexicano de Puebla, con su esposa Filiberta. Trabajaba como cocinero en el restaurante Windows on the World, en el último piso de una las torres gemelas, y murió cuando los edificios se derrumbaron el 11 de septiembre de 2001.

Los ataques terroristas también causaron la muerte del ecuatoriano Asitimbay, que dejó una viuda y cuatro huérfanos en Brooklyn. Casillas, un aseador de 54 años, originario de Guadalajara fue otro “ilegal” ultimado en ese día fatídico

La Asociación Tepeyac, una organización comunitaria, que tiene su sede en Manhattan, ha documentado un centenar de casos de inmigrantes indocumentados asesinados hace cuatro años por los seguidores fanáticos de Osama Bin Laden.

De acuerdo con estadísticas del Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York, cerca del diez por ciento de los muertos en la tragedia fueron hispanos. Mexicanos, colombianos, dominicanos, ecuatorianos, peruanos, cubanos, hondureños, venezolanos, salvadoreños, argentinos y españoles estuvieron entre los 3.000 asesinados.

Es por eso que es hipócrita e inmoral utilizar la tragedia del 11 de septiembre como pretexto para atacar los hispanos y promover la repatriación de la población indocumentada.

Todos los secuestradores de los aviones ingresaron a Estados Unidos con visas y ninguno cruzó ilegalmente la llamada “frontera de queso suizo”, como le dice Keith Larson, el locutor de la estación local en inglés de Charlotte WBT 1110.

No obstante, los Minutemen, algunos activistas de los medios de comunicación y políticos como Vernon Robinson, ex concejal de Winston-Salem y aspirante republicano a la Cámara por el Distrito Congresional 13 de Carolina del Norte, continúan relacionando al terrorismo con el tema de inmigración. En nombre de la seguridad nacional y de principios legales, los restriccionistas pretenden deportar a 12 millones de inmigrantes indocumentados, además de sus tres millones de hijos nacidos en este país, que son ciudadanos estadounidenses.

“¿Que parte de ilegal, usted no entiende?” es el lema que repiten los que detestan a los indocumentados para justificar la expulsión masiva de inmigrantes.

El congresista Patrick McHenry escribió un artículo de opinión en el periódico “The Charlotte Observer” que tituló: “No amnistía para violadores de la ley”. El artículo rechaza una legislación migratoria integral y defiende la oprobiosa Acta Sensenbrenner, que convierte a los inmigrantes que trabajan duro en criminales.

McHenry se olvida que muchas leyes que se han aplicado en este país han sido simplemente injustas. En el pasado, a las mujeres no se les permitía votar y ser propietario de esclavos era legal. En lo más álgido del Movimiento de Derechos Civiles de la década de los sesenta, el líder Martin Luther King Jr., escribió esta frase memorable desde una celda en Alabama: “Nunca se olviden que todo lo que hizo Hitler en Alemania fue legal”. Ahora los intolerantes hablan del destino de millones de latinos como si esos seres humanos fueran ganado.

Desde comienzos de mayo, con el respaldo de la ley, agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) han efectuado allanamientos de varios hogares latinos de Charlotte. Extranjeros con órdenes de deportación por fallas en sus procesos de estatus de protección temporal (TPS) y asilo político han sido encarcelados. Empresarios y propietarios de casas sudamericanos y centroamericanos se encuentran en proceso de deportación. Familias enteras, madres y niños están llorando lágrimas de angustia.

Yo apoyo las medidas que sean necesarias para resguardar las fronteras, pero no vinculando a los indocumentados con terroristas. Las únicas armas que los Alvarez Barragán, Asitimbay y Casillas usaron antes de morir fueron sus ollas y escobas.