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Wednesday, October 27, 2010

La terquedad

Por Rafael Prieto Zartha

Pese a los pavorosos resultados de abogar por una reforma migratoria integral, el congresista Luis Gutiérrez sigue insistiendo en ella.

Hace unas semanas estuve en Miami participando en un foro con él y con Gonzalo de la Melena, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Arizona, dónde volvió a insistir en el tema.

También semanas atrás lanzó desde Chicago su iniciativa de apoyar a los candidatos que disputarán escaños el próximo martes 2 de noviembre y que se han comprometido a arriesgar su carrera política dando su mano a esos “indeseables” en que los antiinmigrantes han convertido a los indocumentados.

Me sorprende que todavía haya políticos que se jueguen en pellejo por los más indefensos, esa comunidad inerme que debería contar sin restricciones con el respaldo de los latinos.

No obstante, los hispanos a la hora de votar tienen el tremendo defecto de no hacerlo en los números que corresponden porque el “quemimportismo” lo supera todo.

No nos digamos mentiras, los votantes latinos no votan en bloque como lo hacen los afroamericanos en pos de un objetivo.

“Nos falta mucho pelo pá moña” para tener la autoridad que deberíamos ejercer en el país con las cifras que hemos acumulado de electores, especialmente en unas elecciones de medio término.

Yo lo digo por la ciudad donde vivo, Charlotte, donde hay casi 13,000 votantes latinos, que podrían cambiar el curso de cualquier elección de medio término.

Pero ¿cuál es la actitud? Después de las elecciones de noviembre de 2006, que también fueron de mitaca, escribí una columna en el periódico local Mi Gente recriminando a los votantes hispanos. La titulé: “¿Por qué los hispanos somos pendejos?” y no me arrepiento. Es más, la Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas (NAHP) le otorgó el Premio José Martí en Bronce.

Yo contaba que sólo 829 hispanos de los 4,785 registrados votaron en esa ocasión y admonisaba: “No hay excusas para los 3.956 hispanos que se quedaron muy apoltronados en sus casas viendo caer la lluvia en lugar de usar el privilegio de votar”

Y es que es que a veces parece vacío el lema de “su voto es su voz” con el que se llama a los latinos a actuar porque prefieren la mudez.

Entre tanto los guarismos de votantes hombres republicanos blancos marcaron un récord en los tres primeros días de elecciones anticipadas en Carolina del Norte.

En uno de los condados de mayor votación, el de Brunswick, las mujeres republicanas blancas encabezaban los votos.

Mi deseo es que los latinos despierten de su marasmo, imiten en las urnas a los que quieren la deportación masiva de los indocumentados, y expresen un mínimo de dignidad.

Yo que he estado encabritado con los demócratas por no haber hecho lo suficiente para lograr una reforma migratoria integral, abogo porque se vote por los candidatos de ese partido.

Un niño de 13 años me convenció, Anthony Campillo, quien durante una presentación ante la Junta de Comisionados del Condado de Mecklenburg, le exigió al comisionado antiinmigrante Bill James que tuviera modales, lo mirara a la cara y dejara de jugar con la computadora.

Después de su intervención, los comisionados demócratas dieron una demostración real de solidaridad con la comunidad inmigrante, dando una reprimenda a James.

No le estoy firmando un cheque en blanco al Partido Demócrata, porque muchos de sus funcionarios de elección popular nos han decepcionado. Pero, sí preferiría que la catástrofe del 2 noviembre no tenga las proporciones que prevén los áulicos del Tea Party.

Yo prefiero la terquedad del congresista Luis Gutiérrez, que es la misma mía, continuar haciendo sonar los tambores a favor de una reforma migratoria integral que legalice a los indocumentados.

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