La infamia del DMV con los soñadores
Lo que está haciendo la División de
Vehículos Motorizados de Carolina del Norte (DMV), con los soñadores protegidos
por la acción diferida ordenada por la administración del presidente Barack
Obama es miserable.
La política adoptada de suspender la
emisión de licencias de conducir a los “dreamers” es un acto de patética
cobardía, sazonada con salsa de la discriminación.
El sitio de internet de la división,
adscrita al Departamento de Transporte de ese estado, era claro en señalar que
entre los documentos básicos para lograr un permiso de manejar están el seguro
social y el permiso de trabajo, asegurados por la acción diferida a los
soñadores.
No obstante, a alguna mente torcida le
dio por hacer consultas extras, con el propósito de perjudicar a los muchachos.
Así surgió la carta firmada el 10 de
septiembre por el excomisionado de la división Michael Robertson, que solicitó
concepto al procurador Roy Cooper, sobre la validez de entregarle las licencias
a los dreamers. Y la ineficiencia de Cooper salta a la vista, dado que han
pasado cuatro meses sin que se pronuncie oficialmente al respecto.
Ante el silencio del procurador, a los
funcionarios antiinmigrantes del nuevo gobernador republicano, Pat McCrory, se
les ocurrió tomar una medida administrativa para dejar sin licencias
específicamente a los soñadores, clasificando sus permisos de trabajo como
inaceptables.
De esta manera, Carolina del Norte se
sumó a la lista de estados mezquinos: Arizona, Iowa, Michigan y Nebraska, que han
cortando las alas los soñadores, al vedarles la posibilidad de conducir
vehículos.
Qué contraste con Nevada, donde el
gobernador republicano Brian Sandoval ordenó a su Departamento de Vehículos
Motorizados expedir las licencias con una explicación lógica: Si el permiso de
trabajo que se da a los soñadores es emitido por el Servicio de Inmigración y
Ciudadanía (USCIS), entidad que pertenece al Departamento de Seguridad Nacional
(DHS), este es un documento con el suficiente valor para conceder los
certificados de manejo.
Lo que han entendido, además de Nevada,
California, Florida y Connecticut, es que a los soñadores se les ha otorgado un
estatus temporal para permanecer en el país mediante una orden del ejecutivo,
que se debe respetar. Por eso no hubo oposición en esos estados para la emisión
de los permisos de conducir para los dreamers.
Las organizaciones de estudiantes
indocumentados de Carolina del Norte están recomendando a los soñadores que
continúen aplicando para la licencia de conducir, dado que “de facto” muchos la
recibieron cuando el DMV había optado inicialmente por entregar el documento
sin restricciones.
El cambio de mente se dio después de que
la portavoz del DMV norcarolino, Marge Howell, había dicho al periodista Franco
Ordoñez, de la cadena de periódicos McClatchy, que los dreamers recibirían el
permiso de conducción.
Los soñadores han respondido a la medida
que le conculca el privilegio de manejar como una declaración de guerra del
estado de Carolina del Norte y de la administración de McCrory.
La acción de los subalternos del nuevo
gobernador cae en una grosera discriminación, por parte de funcionarios de una
dependencia estatal que en su ineficiencia todavía no se ha enterado que el
Servicio de Inmigración y Naturalización (INS), desapareció desde el 1 de marzo
de 2003.
Casi una década después, las referencias
de documentos requeridos para los solicitantes extranjeros de licencias de
manejo, nombran al INS como una agencia viva en la página virtual de DMV.
Y en una respuesta a una pregunta mía, la
vocera del DMV norcarolino confundió el Servicio de Inmigración y Ciudadanía
(USCIS), que expide los permisos de trabajo, con el Servicio de Inmigración y
Aduanas (ICE), que se dedica a las deportaciones.
El DMV es ignorante sobre los cambios que han ocurrido en
las entidades federales, pero increíblemente hábil para fregar a los soñadores.
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