Familias reclaman una moratoria a las deportaciones
Las voces
se hicieron sentir en Chicago, en San Diego, en Los Ángeles, en Washington y
donde yo vivo, Carolina del Norte.
El
argumento es que de los llamados deportados “criminales”, 19 por ciento por
infracciones de inmigración y 18 por ciento por infracciones de tráfico de
vehículos, y el desangre de indocumentados no criminales continúa.
La
Coalición Dream Action, que refleja el pensamiento de un sector de los jóvenes
soñadores, dijo estar de acuerdo con el presidente con que “inmigración no se
trata de política, sino de la gente” y por eso reclamó que la primera prioridad
(top) sea la unidad familiar.
Eliseo
Medina, del Sindicato de Empelados y Servicios (SEIU), se pronunció porque el
gobierno revise la política de deportaciones.
En
Charlotte, la Coalición Latinoamericana expresó su preocupación, diciendo que
“la reforma migratoria se trata de mantener a las familias unidas” y agregó que
la administración del presidente Obama ha separado más familias que ninguna
otra.
Precisamente
en Charlotte, un grupo denominado Familias Unidas, auspiciado por la Coalición
Latinoamericana y la organización Action NC, que está conformado por hogares
que tienen miembros en proceso de deportación están pidiendo en estos días que
no se deporte del país a un padre mexicano. El me envió una comunicación que me
permito transcribir:
‘‘Mi
nombre es Humberto Hernández Ramírez, tengo 27 años de edad y 11 años de vivir
en Estados Unidos, y tengo 2 hijos ciudadanos americanos el mayor de 11años, y
mi hijo menor tiene 5 años de edad. Estoy en proceso de deportación por una
infracción de tráfico menor, me arrestaron el día 21 de marzo del 2012 en
Carolina del Sur, y salí en libertad 5 días después de mi arresto. Cuando el
oficial de inmigración que me tenía en custodia revisó mi record criminal, y al
ver que yo no tenía ningún antecedente, me liberó sin ninguna fianza, y desde
marzo del 2012 enfrento un proceso de deportación y estoy aun paso de ser
arrancado del lado de mi familia, y de ver a mis hijos crecer y disfrutar de su
compañía. No soy un criminal, cada año hago mi declaración de impuestos como
todo buen ciudadano, y considero que soy una persona con buen carácter moral.
Formo parte del PTA de la escuela elemental a la que asisten mis hijos, me
apasiona ayudar a la escuela y a ser voluntario en el salón de clases de mis
hijos. Soy miembro de la Iglesia Católica, de la Iglesia de Nuestra Señora de
la Asunción, y considero que no soy una prioridad para inmigración, y mis hijos
y mi esposa me necesitan a su lado. Desde marzo del año pasado mi familia ha
estado viviendo una pesadilla, mi hijo mayor asiste a terapia sicológica, cada
2 semanas, para que lo ayuden a superar, este doloroso proceso, por el cual
enfrenta mi familia, ha sido muy duro para todos, pero en especial para mi hijo
mayor, que ha desarrollado un tipo de ansiedad sicológica, por la
incertidumbre, de no saber que va a pasar con su familia”.
En su
misiva, Humberto pide que la comunidad hispana lo apoye porque el 14 de febrero
tendrá que presentarse en la corte de inmigración. Humberto es un claro
ejemplo, de carne y hueso, del pedido de las familias que reclaman un pare a
las deportaciones.
No obstante, cuando se habla de
exigencias, como la moratoria a las expulsiones, siempre recuerdo las palabras
de una amiga de la Costa Oeste del país que ha estado esperando la reforma
migratoria desde hace años para solucionar su problema de estatus: “Ojalá, los
activistas sean moderados en su pedidos, porque si piden y se quejan mucho me
temo que terminen no dándonos nada”.
No comments:
Post a Comment